La Declaración Nostra Aetate (Nuestra Época), que trata sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, fue aprobada el 28 de octubre de 1965 durante la cuarta y última sesión del Concilio Vaticano II, que se abrió en 1962 presidido por el Papa Juan XXIII y culminó bajo la presidencia del Papa Pablo VI.
Fue el documento más breve emanado de este concilio, pero se constituyó en un hito para el futuro del diálogo interreligioso, en especial en lo concerniente a las relaciones con el Judaísmo ya que, entre otras consideraciones, exime a los judíos de la responsabilidad de la muerte de Jesús y deplora cualquier forma de antisemitismo.
Expusieron:
María Sara Corbelle
Pastor Jerónimo Granados
Sonia Kirchheimer
Fue el documento más breve emanado de este concilio, pero se constituyó en un hito para el futuro del diálogo interreligioso, en especial en lo concerniente a las relaciones con el Judaísmo ya que, entre otras consideraciones, exime a los judíos de la responsabilidad de la muerte de Jesús y deplora cualquier forma de antisemitismo.
Expusieron:
María Sara Corbelle
Pastor Jerónimo Granados
Sonia Kirchheimer