El jueves 20 de junio de 2013 se llevó a cabo en el auditorio de la Facultad de Administración y Ciencias Sociales de la Universidad ORT Uruguay, la mesa redonda “Inflación o Competitividad: ¿necesariamente un dilema?”, organizada por la Academia Nacional de Economía. El panel del debate, en donde se discutieron las medidas contra la inflación y su incidencia sobre la competitividad del Uruguay, estuvo integrado por los economistas Aldo Lema, Juan Carlos Protasi y Juan Manuel Rodríguez.
Para Aldo Lema, socio director de Vixion consultores, la competitividad está asociada al tipo de cambio nominal, lo que determina que los sectores transables o exportadores sean competitivos o no. En Uruguay, opinó Lema, el debate sobre la competitividad “está teñido” por la discusión de si hay atraso cambiario o no. En Uruguay el atraso cambiario se interpreta como que hay inflación en dólares. Pero lo importante, señaló, debe ser el desalineamiento y/o el desequilibrio del tipo de cambio real. El desalineamiento se percibe cuando hay un ajuste fiscal del gasto pero el tipo de cambio, en lugar de crecer (mejorando la competitividad), no lo hace, lo que produce poca inflación pero mucho desempleo. El desequilibrio se da por ejemplo cuando hay mucho déficit fiscal y endeudamiento, y el crecimiento está basado en una demanda no sostenible en el mediano plazo, lo que hace que el tipo de cambio se aprecie, pero sólo en el mediano plazo.
Según Lema, en Uruguay no hay desalineamiento cambiario porque el desempleo se mantiene bajo junto a la inflación. Pero sí hay un desequilibrio porque se prevé un aumento del déficit fiscal, y la demanda de commodities (principal exportación de Uruguay) no va a ser sostenible en el largo plazo. Según Lema, se produjo en Uruguay un “efecto riqueza”, por el cual el aumento de los ingresos por los buenos precios de los commodities, indujo un aumento del gasto. Sin embargo, la capacidad para financiar ese mayor déficit fiscal va a ser más baja porque el flujo financiero hacia la región se reducirá, y se producirá el fin de un ciclo de alza en el precio de los commodities.
Para el Economista, para aumentar la competitividad es clave que el Banco Central “no siga perdiendo credibilidad y reputación defendiendo objetivos cambiarios que no nos han dado mayor competitividad”. “La política monetaria debe mantener la inflación baja, lo que favorece la competitividad y ayuda a corregir el desalineamiento cambiario a corto plazo, pero sólo si hay credibilidad en metas y objetivos”, dijo.
El Economista Juan Carlos Protasi, ex director del Banco Central del Uruguay (BCU), coincidió con Lema en que el menor flujo de capitales hacia América Latina, y el aumento del gasto del Estado por el “efecto riqueza” de los commodities, impulsan a la baja el tipo de cambio real. Para Protasi Uruguay está viviendo los síntomas de la “enfermedad holandesa” en donde todo queda centrado en la explotación de recursos naturales, y hay un declive de la industria de manufactura, al igual que sucedió en Holanda cuando toda la economía se centró en la producción de petróleo a fines de la década del 60. Protasi dijo que en Uruguay hay una excesiva concentración en la producción agrícola, a raíz de la rentabilidad de los commodities.
La enfermedad holandesa se soluciona con credibilidad, sostuvo Protasi al igual que Lema. “Hay un problema serio de credibilidad, y un divorcio permanente entre los rangos metas y la inflación. La inflación está asociada a la pérdida de credibilidad en la moneda, lo que se refleja en la incertidumbre en la fijación de precios, y aumentos salariales desalineados con la productividad. Los salarios aumentaron por encima de la productividad porque el gobierno y el poder sindical fueron contra las metas del BCU y las reglas del mercado que indican lo contrario”, sostuvo Protasi.
También sostuvo que, las recientes medidas adoptadas por el Banco Central imponiendo restricciones al ingreso de capitales, carecen de oportunidad, son tardías y peligrosas cuando el contexto externo es incierto. “La única respuesta efectiva para contrarrestar la enfermedad holandesa es contener el gasto público y desarmar el perverso sistema de ajustes salariales. Todas las crisis son futo de una indisciplina fiscal recurrente de todos los gobiernos. La política de bienestar y reducción de la pobreza sobre la base de un tipo real de cambio bajo, deprimido por un gasto público insostenible, fracasa a la larga”, finalizó Protasi.
El Economista Juan Manuel Rodríguez, director del Instituto Nacional de Empleo y Formación profesional (INEFOP) discrepó con Protasi y recordó que el Estado participa minoritariamente en la negociación colectiva. Antes de 2009, el Estado avalaba o no el acuerdo entre trabajadores y privados en función de los lineamientos del Ministerio de Economía, pero ahora los salarios que se fijan por encima de las metas de inflación dependen más de las empresas que del Estado. Para Rodríguez hay síntomas de que el gobierno va a ser cauteloso con respecto a la expansión del gasto. “El gobierno quiere moderar el crecimiento de los salarios pero va a tener poco éxito”, vaticinó.
Para Rodríguez lo más preocupante, es la “vulnerabilidad” de la economía uruguaya a los impactos externos, al tener toda su estructura productiva volcada hacia la producción de commodities. “Cuando hay un impacto externo negativo y no hay mecanismos de defensa, cae la inversión, el empleo, los salarios, y los avances sociales. Y eso está planteado como posibilidad”, dijo. Según Rodríguez hay que “reorientar la estructura e intentar producir para mercados cuya volatilidad es menor que los commoditties. También propuso “alterar la rentabilidad relativa” de los sectores que han tenido mayor crecimiento hasta ahora para direccionar las inversiones y cambiar la estructura productiva. “Para ello hay quien propone implementar detracciones a las exportaciones agrícolas, pero con un próximo gobierno de Tabaré Vázquez no creo que eso suceda”, finalizó.