El Dr. Filipe Vasconcelos, Investigador del Observatorio de Relaciones Exteriores de la Universidad Autónoma de Lisboa y profesor visitante de la facultad, quien brindó el seminario "Conflictos políticos y económicos en el sistema internacional” para ejecutivos, habló sobre el nuevo tipo de conflictos internacionales y se refirió puntualmente a África que, según dijo, ha sido sistemáticamente dejada aparte por occidente.
-¿Qué conocimiento intentó brindarle a los estudiantes?
-El objetivo fue analizar las transformaciones de la conflictividad política y económica en el sistema internacional a lo largo de las últimas décadas. La idea era implementar un curso práctico, con muchos análisis de casos. Estudiar lo que hoy se llaman las nuevas guerras, la nueva conflictividad, la cada vez mayor interdependencia en el mundo y una gradual extinción o disminución de las guerras tradicionales.
-¿A qué se debe esa disminución?
-Aquí hay dos o tres efectos acumulativos. Hasta la Segunda Guerra Mundial asistimos a niveles de conflictividad muy grandes, a un sistema muy anárquico en términos de relaciones internacionales en el que a los estados les es permitido invadir otros estados, conquistar territorio y recursos naturales. El final de la Segundo Guerra Mundial nos trae la Guerra Fría y cierto congelamiento de la conflictividad a gran escala en función de la destrucción mutua asegurada de las potencias nucleares, sigue habiendo algunas guerras en varios puntos del mundo, pero menos que en los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX y la primera parte del XX.
El segundo motivo es que después de la Segunda Guerra Mundial surge la Organización de Naciones Unidas (ONU), que ha intentado imponer alguna legalidad, algún orden jurídico internacional que impida los conflictos bélicos.
En tercer lugar, por orden cronológico, está la globalización, una mayor integración de los mercados, de los países. Las fronteras se tornan más tenues y eso permite una mayor interacción entre los ciudadanos de distintos países. Las semejanzas entre las personas de los distintos países se hacen más evidentes y esto pone en evidencia que hay menos diferencias que aquellas que había cuando los estados estaban cerrados sobre sí mismos. Finalmente tenemos el fin de la Guerra Fría, la derrota del bloque del este y la generalización de un sistema liberal, de una democracia liberal de mercado, que tiene puntos negativos por una parte, como las cuestiones sociales de los países que quedan fuera de la globalización. Pero por otro lado el mundo occidental se integra y se genera una tendencia para confrontar menos entre sí.
No obstante hay una nueva conflictividad que se genera en los países menos desarrollados y es algo a lo que no se le puede disminuir su importancia. Se ve todos los días en África con países en los que hay golpes de estado, se vio recientemente en Mali. Se ha visto con los problemas de conflictividad y la respuesta Norteamericana en Irak o Afganistán. Hay nuevos problemas, pero el sistema internacional tiene reglas más rígidas y en términos de grandes desafíos, la conflictividad a gran escala viene disminuyendo.
-¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta el sistema internacional?
-En mi opinión, los grandes problemas son estas nuevas guerras. Tenemos el terrorismo a escala global, con algunas dificultades del mundo desarrollado en comprender, por ejemplo, el mundo musulmán, y esto hace que haya encuentros más violentos. Después hay toda una complejidad que viene de reacciones a esta desreglamentación de los movimientos de capitales, la circulación de personas. Esta globalización tiene aspectos muy positivos, pero requiere que nos detengamos sobre mundos diferentes que conviven, que son difíciles de integrar y así surgen nuevas guerras. La cuestión de la Yugoslavia en los años 90 fue un ejemplo de eso. También hay diferencias que cuando se ponen en evidencia generan conflictos.
-¿Qué respuestas hay, por ejemplo, a los conflictos que mencionó en África?
-Desgraciadamente, África ha sido sistemáticamente puesta aparte en la resolución de conflictos internacionales. Lo vimos en Ruanda en 1995, hubo un genocidio con cerca de 1.000.000 de muertos, mientras occidente y el mundo miraba hacia otra parte. Lo seguimos viendo en varios países de África, donde los niveles de corrupción son absolutamente bárbaros, pero occidente mira a otro lado, porque le conviene hacer una serie de acuerdos y negocios con esos mismos países. Siempre que hay una dimensión conflictiva en África, se actúa de una forma muy poco preparada, muy poco respaldada, con acciones rápidas y muy poco estructuradas, lo que perjudica una resolución consolidada de los conflictos.
-Deja entrever una conveniencia para occidente de estos conflictos, ¿en qué se beneficia occidente en permitir lo que pasa en África?
-Hay conveniencia de dos tipos. Una es la de no confrontar a los líderes que controlan determinados recursos energéticos. Otra, es la de garantizar la estabilidad; la colonización y la descolonización dejó un sistema occidental en lugares que no lo tenían y que no estaban preparados para el mismo. La colonización de varios siglos y la descolonización de varias décadas genera que haya una confusión entre pueblos y etnias en África, porque los países están casi diseñados con un lápiz.
Lo que hay es por una parte un intento de garantizar los recursos energéticos y por otro el de mantener algo de estabilidad, porque se sabe que intentar imponer un sistema democrático de un día al otro puede traer problemas mayores y generar una inestabilidad regional muy grande. Creo que hay una dosis muy grande de pragmatismo de los países occidentales cuando tratan y hablan de África.
-¿A qué se refiere con pragmatismo?
-Es un pragmatismo por el interés propio, no para preocuparse del interés de la población.
-¿Qué posibilidad hay de resolver esos conflictos o convertirlos en conflictos pacíficos?
-Esa es la cuestión del millón, porque en algunas regiones fue posible generar la paz. Terminar con los conflictos armados y generar las condiciones adecuadas para encontrar la estabilidad política, social y económica. Esto se logró hacer en lugares como Bosnia Herzegovina, en la ex Yugoslavia. África es un gran enigma desde este punto de vista. Se han impedido golpes de estado, pero no implementado programas estructurados para desarrollar el país y resolver los problemas. Por otro lado, occidente debería tener la conciencia, que no tiene, de que no es nadie para imponer una verdad universal a otros.