Conferencias y artículos

"Las industrias creativas: Hacia un nuevo modelo productivo para el Uruguay en el siglo XXI"

Hotel NH Columbia, Montevideo, 14/10/2005.

Conferencia del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg, en el ciclo Uruguay 2030 - Tiempo de crecer organizado por COFAC.

Como dijo Neils Bohr, el premio Nobel de física, "hacer predicciones es difícil, especialmente sobre el futuro". Por ejemplo cuando ingresé a la Facultad de Ingeniería pública en 1976 recién empezaba a dictarse la carrera de Ingeniero de Sistemas; nadie la conocía y mis padres no estaban muy convencidos. Y se hizo una junta de amigos de la familia para que todos opinaran qué les parecía esta nueva carrera. La conclusión unánime de todos los más ilustrados amigos de la familia fue que la informática no tenía futuro.

Quien habla sobre el futuro en realidad debe hablar sobre cambio. El cambio no es una opción, es una imposición. El inmovilismo, no es posible porque a pesar de que a veces no nos damos cuenta, los demás países se van moviendo relativamente a nosotros. En otras palabras, no avanzar equivale a retroceder. Sin embargo, el inmovilismo ha sido nuestra opción estratégica en las últimas décadas.

Pensemos en la evolución de nuestro país desde el retorno a la democracia. En los últimos 20 años el mundo se ha transformado de manera irreconocible tecnológica, económica y políticamente. Sin embargo, ¿cuántos y cuáles fueron los cambios transformadores en la historia reciente de nuestro país?

La reforma de la seguridad social con la creación de las AFAPs fue un cambio importante. La creación de las universidades privadas, otro. La incorporación de las centrales telefónicas digitales en ANTEL fue en su momento un cambio importante. Como ejemplo de nuestras actitudes frente al cambio, recordemos que algunos objetaban la incorporación de esas centrales telefónicas digitales como una renuncia a la soberanía nacional. Otro cambio importante en los últimos 20 años fue la ampliación de la cobertura de la enseñanza secundaria en el Uruguay.

La secundaria uruguaya dejó de ser para una elite y deja a las puertas de las universidades una proporción sin precedentes de la población. Y puede citarse la creación del PEDECIBA (Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas) y la nueva Facultad de Ciencias de la Universidad de la República que han aportado rigor al pensamiento científico en el Uruguay y la reforma del puerto de Montevideo. Esta es nuestra exigua lista de cambios transformadores en un período en el que en el mundo terminó la historia, surgió Internet y se decodificó el genoma humano.

El retorno a la democracia coincidió con un período de gran fermento político y cultural en nuestro país. Uno hubiera esperado que todo ese fermento tuviera efectos transformadores, pero en muchos aspectos fue un gran impulso nostálgico de regreso al pasado, recreando personas, instituciones y modelos que ya no eran funcionales para el fin del siglo XX, mucho menos para el comienzo del XXI.

Esta rigidez de nuestra sociedad es un problema porque el mundo actual está signado por algunos vectores que obligan a las sociedades a reinventarse y transformarse acelerada y continuamente: la globalización económica y cultural, la tecnificación y la democratización. Estos vectores interactuando entre sí han llevado a un intercambio global y constante de información, de personas y de tecnología y a la primacía del conocimiento en la creación de valor o lo que se llama a veces la sociedad del conocimiento. Este nuevo mundo presenta oportunidades y ventajas para nuestro país. El poder militar, los recursos naturales, el tamaño demográfico y la ubicación geográfica, dejan de ser determinantes para el desarrollo y la prosperidad.

Dos factores que han puesto al Uruguay históricamente en desventaja: la distancia a los mercados y la escasez de capital y mano de obra, desaparecen o se atenúan. Gracias a eso podemos competir globalmente como nunca antes en nuestra historia. Las industrias del conocimiento no requieren grandes masas de mano de obra de sueldos bajos ni grandes acumulaciones de capital, energía o recursos naturales. La economía estuvo signada en la segunda mitad del siglo XX por la disponibilidad de la energía. A partir del fin del siglo XX la información y el conocimiento se transformaron en recursos decisivos para el desarrollo.

Mi planteo, que voy a exponer hoy brevemente, es que estamos yendo hacia una economía de la creatividad y que ese es el modelo productivo que tiene que buscar nuestro país. En los años 90 se produjo el boom de Internet, pero en gran medida el Uruguay perdió esa oportunidad de redefinir su modelo productivo. No la perdimos totalmente. Tenemos una activa industria exportadora de software que es de paso un buen ejemplo de una industria que surgió y se desarrolló sin intervención del estado. Pero si comparamos con lo que han logrado en el mismo período países como Singapur, Irlanda, Taiwán, Israel, Nueva Zelanda, Corea del Sur o Chile, tenemos que admitir que perdimos una gran oportunidad. De pronto el Uruguay, en vez de estar a miles de kilómetros de los mercados más importantes, gracias a Internet, estábamos en el centro del mundo y en lugar de estar limitados por no poder tener industria automovílística o de aviación o de acero, podíamos tener industrias de gran valor agregado de base tecnológica.

Entonces, ¿por qué no se generaron en Uruguay "Googles" o "E-Bays" o "Amazons" por lo menos de escala regional? Y más importante, ¿cómo evitar que volvamos a perder oportunidades en el futuro? La oportunidad de Internet se generó cuando se fusionó la computación con las telecomunicaciones. Creo que estamos a las puertas de una segunda gran oportunidad con una nueva fusión, esta vez de la informática con la biología. El conocimiento y la creatividad van a ser factores claves de competitividad en este nuevo mundo. Para aprovechar estas nuevas oportunidades tenemos, antes que nada, que salir de algunas antinomias que nos paralizan. En especial la supuesta oposición entre "Uruguay Natural" y "Uruguay Tecnológico" donde el primero se refiere a la producción agroindustrial, el medioambiente y el turismo y el segundo a la tecnología. No se puede pensar en categorías excluyentes.

Puede existir una agro-ganadería de alta tecnología, especializada con alto valor agregado. Y a la vez puede producirse software con baja tecnología y baja diferenciación. El conocimiento y la creatividad deben ser la base para una producción exportable de alto valor agregado en un amplio espectro de actividades que nos permita diversificar nuestra economía. Otras antinomias paralizantes que debemos trascender son las que pretenden enfrentar en un juego de suma cero a estado y sociedad civil o a dirigentes de empresas y sus equipos de trabajo como si fueran ciudadanos de planetas distintos. Un nuevo mundo requiere abandonar categorías del siglo XIX, que mucho daño nos hicieron durante el XX y que son obsoletas en el XXI.

¿Cuáles son entonces las opciones estratégicas para el Uruguay, en mi opinión? Son las industrias creativas, aquellas donde el conocimiento y el talento son los factores fundamentales del éxito. Si bien no podemos tener la arrogancia de afirmar que tenemos abundancia de ambos o por lo menos más que otros países, podemos invertir y desarrollar nuestro capital humano en esta dirección. El software o los videojuegos son ejemplos de industrias creativas. Los videojuegos incorporan elementos culturales locales. Un país como Uruguay puede hacer videojuegos adaptados a la cultura y al idioma español, compitiendo para nichos regionales. No es absurdo pensar que diseñadores uruguayos, pudieran pensar videojuegos que le gusten al mundo hispanoamericano mejor que los japoneses. La producción audiovisual, la música y el diseño podrían ser también industrias de exportación para nuestro país. Piensen por ejemplo cuánta mano de obra emplea una producción audiovisual y cuánto valor agregado tiene. ¿Cómo puede ser que Uruguay con su larga tradición textil no pueda tener marcas propias? Uruguay tiene que pensar en crear diseños originales y en imponer marcas no en fabricar los buzos más baratos.

¿Qué ventajas tienen las industrias creativas? Una es que son intensivas en mano de obra especializada, por lo tanto generan empleo de alta calidad. Segundo que no son tan intensivas en capital como las industrias pesadas por ejemplo y tercero que no dependen de la cercanía geográfica de los mercados. Estas industrias en su mayoría, producen productos digitales que se envían a cualquier parte del mundo tocando un botón, y tienen la ventaja que son menos restringidas y menos restringibles por políticas proteccionistas que la producción primaria que está restringida en todos los grandes mercados en el mundo. Fíjense en las dificultades que tiene China para poder restringir productos de Internet a los que no desea que sus ciudadanos accedan, o las dificultades que tienen la poderosa Francia para restringir la producción audiovisual de India o de Estados Unidos, que le están ganando el mercado a su propia producción audiovisual. Las industrias creativas son además escalables. Si uno hace un videojuego, un programa o película exitosa, las copias que se produzcan tienen un valor unitario casi nulo en relación al contenido.

¿Qué necesitan estas nuevas industrias para prosperar? Esto es lo que deja marcada la agenda para el futuro. Primero necesitamos un enfoque genuinamente global de nuestra producción. Si el Mercosur es una plataforma de lanzamiento al mundo, puede ser beneficioso. Si el Mercosur actúa como un perímetro de protección, es perjudicial. El Mercosur o lo adoptamos como plataforma o lo abandonamos, en mi opinión. No puede seguir siendo un perímetro en el cual nos encerramos intelectual y económicamente. Segundo necesitamos recursos humanos multilingües. En el Uruguay poca gente habla inglés o incluso portugués. Chile por ejemplo se ha puesto como objetivo que sus ciudadanos sean bilingües en una generación. Cuando uno quiere producir y exportar películas, videojuegos, o indumentaria de marca, no hay otro remedio que tener la capacidad de comunicarse en inglés y posiblemente otros idiomas.

¿Qué más necesita un Uruguay creativo? Adecuada comunicación electrónica. La conexión de Internet de Uruguay con el exterior es una limitante. Antel brinda un Internet escaso y caro. El capítulo de comunicación electrónica tiene que ser revisado completamente en mi opinión. Si somos un país que quiere capitalizar la desaparición de la distancia como restricción económica y cultural, entonces necesitamos repensar nuestra conexión con el mundo. Internet es como las carreteras o las ferrovías del siglo pasado. Hay que pensarlo como una política de Estado. También pensemos en las conexiones aéreas. Uruguay no puede traer diseñadores, científicos, investigadores, empresarios a Uruguay, con las conexiones aéreas que tiene, difíciles y costosas.

También necesitamos cultivar un medio ambiente de alta calidad de vida, que es algo en lo que Uruguay está notoriamente retrocediendo. Para transformarnos en un polo creativo debemos atraer a los ejecutivos de grandes empresas, a "tecno-empresarios" que hagan sus plantas de fabricación de pantallas planas en Brasil pero las diseñen en Uruguay, que fabriquen los vehículos 4x4 en Córdoba pero diseñen la electrónica del auto en Uruguay, de publicistas, biotecnólogos o productores audiovisuales. Los tenemos que convencer que los laboratorios de investigación y diseño y los equipos de planificación y comunicación se instalen en Uruguay. Pero toda esta gente talentosa y cosmopolita exige un país con seguridad física, jurídica y ambiental, así como una activa vida cultural y muy buenas escuelas para sus hijos. Piensen por ejemplo por qué Bilbao invierte en instalar un museo Guggenheim. Este es un mercado global. No podemos comparar a Montevideo con Quito o Tegucigalpa sino con Barcelona, Dublin o Tel Aviv que son ciudades que no eran más atractivas que Montevideo hace pocas décadas.

Finalmente, permítanme reseñar brevemente dónde veo yo grandes debilidades en nuestro sistema educativo para transformarnos en un país creador. Una de esas debilidades es que nuestro sistema educativo forma empleados y no emprendedores. Nuestra educación preuniversitaria es muy rígida. Nuestros alumnos desde que inician la escuela hasta los 16 años no deciden nada. A los 16 años se les pide una única y gran decisión. Si se equivocan en esa decisión se les penaliza obligándolos a recursar. Estamos haciendo exactamente el contrario del manual de innovación. En lugar de brindar muchas posibilidades de decidir con bajo riesgo, le estamos dando una sola con un altísimo riesgo. ¿Cuál es la conclusión en la mente de nuestros jóvenes? Que es un problema tomar decisiones, mejor que las tomen otros por uno.

Otra de nuestras debilidades es el fracaso en enseñar idiomas extranjeros en nuestra educación preuniversitaria. Es decir nosotros tendríamos que tener como objetivo nacional que todos los uruguayos terminen bachillerato bilingües con inglés. Esa es nuestra puerta al mundo. La división entre la educación técnica y la "académica" con una no declarada desvalorización de la primera es otra característica a modificar.

Finalmente, a nivel universitario el gran drama es que menos del 5% de las personas del quintil de menores ingresan a la educación superior. En un país de 3 millones de habitantes, los talentos del 25% de la población que accede a estudios superiores, no son suficientes para potenciar una economía de conocimiento y creatividad. El talento, la determinación y la voluntad, no se distribuyen por clase social, se distribuye en toda la población. Hay que darle a todo el mundo, no solamente por imperativo moral, sino además por interés colectivo del país, la oportunidad de acceder a estudios superiores. De la manera que está hoy organizado nuestro sistema educativo y de la manera que hoy se distribuyen los fondos públicos para la educación, esto no se ha logrado nunca y no se va lograr en el futuro.

Finalmente hay que señalar que tenemos un sistema educativo muy profesionalista, donde se ofrecen pocos doctorados en ciencias aplicadas. El progreso en el mundo post industrial está dado por un trípode de universidades, empresas y estado. Y ese trípode no funciona adecuadamente en Uruguay porque falta uno de los elementos que son los alumnos que hacen su doctorados en ingeniería o en biología y sus tesis se transforman en empresas. Eso es Google por ejemplo, un proyecto doctoral


Uruguay es un país muy chico para tener alguna universidad individual que sea competitiva a nivel internacional. Pero puede tener un sistema universitario competitivo que comparta recursos, que trabaje unido de cara al exterior, que traiga profesores para compartirlos, que cree laboratorios conjuntos y que funcione como una red de alta calidad en la formación y en la producción de conocimiento. Esta red debe incorporar a las universidades públicas y privadas, a centros de investigación como el Clemente Estable o el INIA, y a todos esos polos de creación de conocimiento que tiene y que espero que tenga en el futuro nuestro país.

Culmino reiterando que como sociedad y como país tenemos una gran oportunidad por delante y que para capitalizarla espero que todos sepamos lo que hacer.