Conferencias y artículos

"La universidad en el siglo XXI: trascendiendo la frontera público privado en búsqueda de la excelencia"

Seminario "Universidades en el siglo XXI: nuevos roles y desafíos". Auditorio del Campus Pocitos, 23/9/1997.

Discurso de cierre del rector de la Universidad ORT Uruguay, Dr. Jorge Grünberg.

Señor Presidente de la República, autoridades académicas de universidades que nos visitan, autoridades académicas de la Universidad ORT, miembros del cuerpo académico de la Universidad ORT y de las demás universidades de nuestro país. Me complace recibir hoy al Presidente de la República y a todos Uds. al cierre de este seminario que hemos organizado, para discutir los nuevos roles y desafíos de las universidades en el siglo XXI. Hemos tenido el privilegio de recibir a rectores y autoridades de dos universidades privadas, reconocidas por su prestigio internacional: la Universidad Torcuato Di Tella y la Universidad de Harvard y de dos universidades públicas consideradas entre las más grandes e influyentes de la región: la Universidad de Campinas y la Universidad de Chile.

En este seminario hemos intentado poner a consideración de académicos y de la prensa especializada, algunos de los elementos que consideramos cruciales para el desarrollo del sistema universitario en los próximos años. Hemos reforzado a través de los aportes de los visitantes que nos han trasmitido sus experiencias la convicción de que en el siglo XXI los países serán tan prósperos como dinámicos e innovadores sean sus sistemas universitarios. Las universidades, ya no podrán autodelimitar su función a ciertas edades y clases sociales. Las sociedades necesitarán universidades con misiones más flexibles e inclusivas.

Hemos escuchado ilustraciones diversas de lo que significa la educación universitaria de calidad, tema que en nuestro país sólo recientemente ha sido objeto de discusión. Una de las conclusiones del seminario es de que la calidad de la educación universitaria depende de recursos de disponibilidad finita, en especial en países pequeños y de recursos escasos, como investigadores de formación cuaternaria, docentes experimentados, bibliotecarios especializados o equipamiento tecnológico sofisticado, lo cual implica que la educación universitaria de alta calidad es y siempre será un bien escaso. En América Latina muchas veces nos hemos refugiado detrás de ideas voluntaristas que nos han llevado a negar esta realidad. A nadie se le ocurre que las plazas en un avión o las camas de un hospital son ilimitadas, y sin embargo desde hace años vivimos en la ficción de que las plazas en una universidad lo pueden ser. No debe confundirse un supuesto "derecho a ingresar a la universidad" con el genuino derecho democrático a no ser excluido de la educación superior por razones económicas. En general, en ausencia de una discusión realista, las plazas universitarias terminan siendo distribuidas exclusivamente en beneficio de los que tienen más ingresos en lugar de entre quienes poseen mayores méritos intelectuales.

La relación entre público y privado ha sido problemática históricamente en buena parte de América Latina. Lamentablemente, en nuestro país todavía queda el resabio de un debate que ya no es tal en el resto del mundo. El Dr. Martins, Rector de una de las más grandes universidades públicas de América Latina, ha dicho textualmente en este seminario: "La diferencia relevante no es entre lo público y lo privado, sino entre competencia e incompetencia". En otras palabras, entre calidad y mediocridad. Esa es la verdadera distinción relevante entre universidades. O como dijo el Decano Riveros de la Universidad de Chile: "La complementación entre la infraestructura pública universitaria y el dinamismo en la innovación propios del sector privado universitario, representa el camino a seguir". Debe hacerse más difusa la frontera entre lo público y lo privado, una distinción que es fundamentalmente un artificio derivado de los diversos mecanismos de financiamiento que han funcionado históricamente y buscar alcanzar en conjunto niveles de excelencia en educación e investigación así como mejorar la equidad en el acceso a la educación superior.

Las sociedades tienen derecho a exigir de sus universidades la colaboración, la cooperación, el trabajo en equipo. Se debe penalizar la exclusión y desalentar el refugio detrás de ideas y prejuicios que ya no representan las necesidades de la población. Debemos terminar con los debates irrelevantes e iniciar de inmediato y sin demora los debates necesarios. Es decir, cómo alcanzar con los niveles posibles de inversión pública y privada de la sociedad, los objetivos necesarios para el país en materia de calidad de producción científica, de calidad de enseñanza y de equidad en el acceso al sistema universitario.

El diálogo entre universidades grandes y chicas, públicas y privadas, antiguas y nuevas es practicable y necesario como este seminario demuestra. Hago un llamado para que en el ámbito nacional demos un paso adelante. Hago un llamado a todos los integrantes del sistema universitario del Uruguay para cerrar una etapa histórica de ideas y de acción caracterizadas por la exclusión y muchas veces por la confrontación. Y hago un llamado para inaugurar una nueva etapa de inclusión y cooperación. Hago un llamado para aunar esfuerzos, para poder dar cabida en el sistema universitario a todos esos jóvenes inteligentes y ambiciosos que por todo el país reclaman los beneficios de una educación universitaria moderna y dinámica. Tenemos hoy la tecnología y el marco legal disponible para cooperar, pero no tenemos la voluntad institucional, no tenemos la organización académica, quizás no tenemos la madurez como sociedad.

Muchas gracias a todos por su atención y en especial a los colegas por acompañarnos en nuestra casa y en nuestro país.