https://youtu.be/Ay24HCsbPBs
Señora directora general de ORT Uruguay, señores decanos, miembros del cuerpo académico de nuestra universidad, señores amigos de ORT, queridas graduadas, queridos graduados y sus familias.
Nos reencontramos hoy luego de una larga postergación. Los últimos dos años nos mostraron la fragilidad de nuestras certidumbres. Pensábamos que los avances tecnológicos y los nuevos conocimientos biológicos harían imposible las pandemias. Pensábamos que ya no existirían guerras en Europa. Pensábamos que la inflación, el populismo irresponsable y la corrupción estaban en retirada en nuestro continente. Pensábamos que el conocimiento y la razón ya se habían impuesto como método de pensamiento, que ya no había lugar en el siglo XXI para visiones conspirativas, noticias falsas, cazas de brujas. Lamentablemente tuvimos que revisar todas estas certidumbres rápido y a fondo.
Hoy quiero felicitarlos por su graduación. Es el momento para sentirse orgulloso. Graduarse como profesional requiere capacidad, dedicación y resiliencia frente a las inevitables frustraciones. Este es uno de los primeros éxitos de su vida adulta, un éxito personal que no se puede comprar ni delegar, una meta que solo se puede lograr con el esfuerzo personal.
Hoy es también momento de agradecer. La graduación es un mérito personal pero un trabajo de equipo. Su familia seguramente fue un gran apoyo a lo largo de estos años. Aprovechen este día para agradecerles. Y es el momento de pensar en las próximas etapas. Estoy seguro que muchos de ustedes están pensando cuánto trabajo les dio llegar hasta hoy, pero en realidad esa fue la parte fácil. Tenían un plan y tenían que cumplirlo. Pero lo que viene por delante a partir de ahora son todas electivas o más bien todas elecciones. No existe un GPS para la vida.
Quiero aprovechar hoy para agradecer a nuestra comunidad universitaria por su gran dedicación que nos permitió sobrevivir durante la pandemia. Esta no fue la primera crisis que tuvimos que enfrentar, pero fue la más global, la más peligrosa, la más incierta. A nuestros efectos, como universidad, el 13 de marzo de 2020 el planeta dejó de girar. Mucho de lo que teníamos y mucho de lo que sabíamos hacer quedó obsoleto. Los edificios vacíos, los profesores lejos de los alumnos, las bibliotecas cerradas, los laboratorios inutilizables. Nuestra experiencia de muchos años resultaba inaplicable. Nuestros referentes internacionales estaban tan desorientados como nosotros. No había a quién pedir ayuda ni a quién preguntar. En un momento como ese hace falta más que profesionalismo. Para sobrevivir hace falta un sentido de misión, hace falta imaginar alternativas y ponerlas en práctica.
Nos enorgullece la manera en que la familia ORT estuvo a la altura de este desafío histórico. Por eso quiero agradecer al equipo docente por el enorme esfuerzo en aprender nuevas herramientas. A los equipos técnicos y administrativos por desplegar en tiempo récord nuevas tecnologías. Al vicerrector, al administrador, a los secretarios docentes, a las autoridades de las carreras por su excepcional liderazgo. Felicitaciones por su trabajo. No sé si estamos cerca del fin del túnel, pero sé que no importa cuán lejos estemos de la luz, vamos a seguir y vamos a llegar.
Como ustedes saben ORT está cumpliendo 80 años en Uruguay. Fue fundada hace más de 80 años por inmigrantes que escapaban del régimen nazi que había asesinado o estaba por asesinar a sus familias, robar sus posesiones y despojarlos de su ciudadanía. Estos inmigrantes no trajeron odio, trajeron esperanza y voluntad, trajeron la voluntad de construir y de compartir. Mi madre es un ejemplo de esos testigos sobrevivientes.
ORT es más que una institución, es una idea y por eso siempre es un proyecto en construcción. Es la idea de que los países no pueden ser libres sin educación. Es la idea de que las personas no pueden ser libres si no son independientes, y no pueden ser independientes si no tienen oportunidad de cultivar su inteligencia.
En la concepción judía la caridad es importante, pero no debe nunca crear dependencia. La ayuda debe apuntar a que las personas puedan siempre en el futuro valerse por sí mismas y apenas les sea posible, ayudar a otros. Una persona que solo recibe y nunca puede brindar, queda atrapada en una trampa de dependencia. Por eso en ORT creemos que la educación es la más importante forma de solidaridad social.
Pensamos que la educación universitaria es un viaje de descubrimiento. Aprender significa descubrir más sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea. Significa entender mejor donde estamos, de donde venimos y hacia donde queremos ir. Nuestra misión es acompañarlos en este viaje de descubrimiento, ayudarlos a buscar sus intereses y desarrollar sus capacidades. Esperamos haber cumplido.
Estamos orgullosos de lo realizado en esta etapa, pero nuestro foco siempre está en el futuro. No sabemos cómo será ese futuro, pero sea como sea nos comprometemos a continuar siempre aportando la mejor educación posible a los uruguayos.
Como ustedes saben ORT es una institución judía. Muchas culturas y religiones han aportado a nuestra civilización, cada una en su momento y a su manera. Una de las innovaciones en el judaísmo es que nadie nace para estar arriba ni para estar abajo. Aristóteles por ejemplo decía que algunos hombres nacen para mandar y otros para obedecer. Piensen en el símbolo de la civilización egipcia, por ejemplo, la pirámide representa fielmente la concepción jerárquica de esa civilización. Ancho abajo, estrecho arriba, solo se puede ascender si otros bajan. En cambio, la menorá judía es el inverso, una sola pata, 7 brazos, todos con el mismo valor. Se puede ascender sin que nadie tenga que bajar.
Recuerden que la graduación no es el final de su aprendizaje, es solo el fin del comienzo. El aprendizaje es integral a nuestras vidas, mientras vivimos debemos aprender, cuando dejamos de aprender parte de nosotros deja de existir. Busquen el éxito, pero no le teman al fracaso. En el éxito se gana, pero en el fracaso se aprende. No aspiren a no fallar nunca, aspiren a recuperarse siempre. Recuerden que una vida satisfactoria no es una carrera al éxito. Los objetos y los reconocimientos pueden ser parte de una vida satisfactoria, pero no son lo que le dan significado.
El sentimiento de propósito y la realización personal se logran a través de nuestras contribuciones a los demás, de la satisfacción de ayudar en la medida de nuestras posibilidades a vivir en una sociedad mejor.
Estén siempre dispuestos a asumir responsabilidades. Si se quedan esperando a tener un cargo para liderar, quiere decir que no están prontos para liderar. Elijan siempre metas ambiciosas, objetivos que los desafíen, amigos, socios, parejas que no teman decirles lo que piensan. Sean exigentes con ustedes mismos porque es un prerrequisito para poder exigir a los demás. Superar a los demás no es lo importante, lo verdaderamente desafiante es superarse a sí mismo. Recuerden que la inteligencia es un atributo, pero la empatía es una opción. Escuchen siempre a los demás, discrepen sin despreciar, discutan sin alienar. Escuchar es una actitud, hace falta valor para hablar, pero mucho más para escuchar.
Escuchar requiere coraje, cuando escuchamos somos vulnerables. Permitimos que las creencias de otros cuestionen nuestras certezas. Pero escuchar es el antídoto contra la idea de que somos el centro del mundo. Sin escucha no hay diálogo, y sin diálogo no hay innovación. No discutan para prevalecer, discutan para entender. No piensen que los que piensan distinto están equivocados. La búsqueda de la verdad es siempre sinfónica. De muchos, aunque no de todos, se puede aprender.
Un país como el nuestro requiere el aporte de todos, no los modelos importados de "ellos contra nosotros" y de los "buenos contra los malos". Un país como el nuestro requiere más ideas y menos ideologías, más construcción, menos obstrucción, más inversión de futuro, menos preservación nostálgica.
Tomen en cuenta que ustedes son ahora parte de la minoría más educada de los jóvenes de nuestro país. Esto implica grandes oportunidades, pero también grandes responsabilidades morales. Un profesor mío decía siempre, "una de las causas de la pobreza latinoamericana es que las elites que subieron se llevaron la escalera".
Su legítima meta es alcanzar sus aspiraciones aprovechando al máximo sus capacidades. Su desafío moral es que los escalones sean accesibles para todos los que quieran hacer el esfuerzo. Que progresar en la vida sea un proyecto no una quimera. Por eso les pido: "no retiren la escalera después de subirla, al contrario, tiendan su mano para ayudar a subir al que los sigue".
Tomen en cuenta que la riqueza de una sociedad no se mide en el producto bruto, se mide en la cantidad de oportunidades que brinda, no en los recursos que reparte. Una sociedad es fuerte cuando cuida a los débiles, es rica cuando apoya a los más pobres, es inteligente cuando destierra la ignorancia. En el siglo XXI el desarrollo sostenible se basa más en un estado de oportunidades, no en un estado de bienestar.
Tenemos mucho para estar orgullosos de nuestro país, pero a la vez tenemos mucho para mejorar. Uruguay no puede crecer más copiando, no puede ser dinámico con un sistema que no empodera a los jóvenes, no puede ser creativo con un sistema educativo anquilosado. No podemos ser un país moderno si los más pobres raramente culminan el bachillerato y solo excepcionalmente la universidad. Esta deuda educativa es nuestra mayor tarea pendiente, al mismo tiempo una necesidad económica y un deber ético.
Aspiremos a un Uruguay en donde todos los jóvenes puedan culminar bachillerato, dominar el español, el inglés y otros idiomas, en donde la mayoría tenga una chance real de obtener un título universitario, en donde muchos puedan hacer postgrados. En donde irse del país sea una aventura personal, no una necesidad económica. Un país en donde las oportunidades existan en todo el territorio y en todas las etapas de la vida. Una sociedad en la cual educarse y educar tenga la valoración social propia de un país que mira al futuro y aspira al desarrollo para todos sus ciudadanos.
En esta generación hemos acelerado los avances tecnológicos de manera inédita en la historia, pero nuestro desarrollo no ha sido equilibrado y a su generación le toca equilibrarlo. Creamos una red global para informarnos mejor, pero la llenamos de noticias falsas. Creamos las redes sociales para conocernos mejor y las usamos para intimidar a los que opinan diferente. Tenemos acceso instantáneo cada vez a más información, pero nos dominan los prejuicios. Como consecuencia, las sociedades modernas se enfrentan cada vez más a una auto segregación de la ciudadanía en burbujas ideológicas que no se hablan y no se entienden. La polis se factura en barrios privados de opinión, desaparecen las plazas públicas en donde las personas escuchan otras opiniones.
Si miramos para adelante nos preocupa cuál será el resultado del impacto de la nueva tecnología si no logramos equilibrar nuestras capacidades morales con nuestras capacidades creativas. A su generación le va a tocar reflexionar sobre cuál va a ser el impacto del desarrollo tecnológico en nuestros trabajos, en nuestras relaciones humanas, en nuestra privacidad, en la sostenibilidad de nuestros ecosistemas y, en definitiva, en nuestra posibilidad de vivir en democracia.
Queridos graduados y graduadas. Este es su momento. Uruguay tiene una oportunidad real de desarrollo en la sociedad del conocimiento. Una nación educada y emprendedora no tiene límites en la era del conocimiento, podemos prosperar con nuestra inteligencia y nuestra creatividad. Ofrecer una educación de alta calidad para todos es nuestra próxima frontera. Esa es nuestra gran deuda y el desafío de su generación. Recuerden que Uruguay fue, es y debe seguir siendo un gran país, y que para esto necesita a sus hijos más educados. Triunfen desde Uruguay, hagan triunfar a su país. Busquen su propio camino, pero sepan que ORT siempre será su casa.
Muchas gracias.