Se llevó a cabo la conferencia “Migración, Globalización y Multilateralismo. El rol de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)”, organizada por el Departamento de Estudios Internacionales. La charla estuvo a cargo de los sociólogos Juan Artola y Alba Goycoechea. Artola tiene más de treinta años de experiencia en la ONU y 25 en la OIM, y está especializado en temas migratorios. Goycoechea posee un M.A. en Estudios Latinoamericanos y tiene publicados varios artículos e investigaciones sobre migración. El evento tuvo lugar el 11 de setiembre de 2013 en el auditorio de la Facultad de Administración y Ciencias Sociales.
Según explicó Artola el crecimiento de la migración a partir de los 90’, tiene una vinculación directa con la globalización. La economía global provoca una disparidad entre el sur y el norte y a la vez una sobreoferta masiva de trabajo en Asia, explicó el experto. Esto está acompañado a la vez con altas tasas de vulnerabilidad laboral y desempleo, que provocan la migración. Además la tasa de fecundidad de los países del hemisferio norte es limitada y baja. Como esas sociedades tienden a envejecer se nutren de migrantes de zonas en donde el crecimiento poblacional tiene tasas altas, como África y Asia. También el aumento de fenómenos migratorios se explica por el crecimiento de las expectativas de las familias facilitado por la revolución en el transporte y las tecnologías de la información y la comunicación. Otras razones son las emergencias naturales, las guerras y la degradación ecológica provocada por el cambio climático, un fenómeno de la globalización, explicó Artola.
La globalización, indicó el sociólogo, disparó un debate acerca de si la políticas de migración deben ser unilaterales (es decir, reservadas a cada Estado Nación) o discutidas en un marco de multilateralidad. Ejemplo de lo primero es Estados Unidos, que ha puesto en práctica políticas restrictivas a la migración, principalmente después de los ataques a las Torres Gemelas. A raíz de ello se acentuó la “securitización” de la inmigración, explicó Artola, fenómeno que ve el movimiento de personas como un problema de seguridad nacional.
A raíz de estas perspectivas, surge un debate entre los que están a favor del control y la seguridad, y los que defienden la libre circulación y los derechos de los migrantes. La migración irregular es otro aspecto de la discusión, en donde están en pugna quienes sostienen que se debe deportar a los migrantes ilegales (política que prima en Estados Unidos y Europa) y los que prefieren regularizarlos. La agenda social sobre la migración también incluye el problema de la “fuga de cerebros” o trabajadores más calificados, y el aprovechamiento de las remesas que los migrantes envían a sus países de origen. Otro aspecto es el desequilibrio entre activos y pasivos producido por la migración de los más jóvenes, lo que produce alteraciones demográficas en los sistemas de seguridad social de los países de origen. El tema de la trata de personas (un fenómeno que se ha acentuado con la globalización) también está en la agenda de debate, dijo el sociólogo: 2,45 millones de personas son forzadas a migrar por esta causa.
No existe un marco jurídico ni agencia especializada en migración, señaló Artola, pero sí un relator especial de la ONU para temas migratorios. Desde 1995 hay foros y conferencias sobre el tema, pero que son criticados por la falta de consenso a nivel mundial, la visión restrictiva, las escasas iniciativas, la excesiva estructuración del debate, y el espacio limitado que se le da a la sociedad civil. “Estamos lejos de un régimen global sobre migración. Hay fuerte divergencia de posiciones, y el debate no está totalmente integrado en la agenda de la ONU por la presión de los potencias como Estados Unidos o la Unión Europea” que son países receptores, indicó Artola.
Goycoechea, por su parte, explicó el funcionamiento de la OIM, un organismo intergubernamental creado en 1951, y que hoy cuenta con 151 Estados miembros. La OIM se creó para dar respuesta a los movimientos migratorios que se dieron después de la Segunda Guerra Mundial. No es parte del sistema formal de la ONU, a pesar de que trabajan en conjunto. La presencia de la OIM en los países se da en función de las necesidades migratorias de cada región. Por ejemplo, concentra acciones con foco en los migrantes que cruzan a Europa por el norte de África. La misión de la OIM es alentar el desarrollo económico a través de la migración, vinculando, por citar un caso, a la diáspora de trabajadores más calificados con su país de origen. Pero sobre todo velar por una migración “ordenada y benéfica para los migrantes y la sociedad”, dijo Goycoechea. “Nuestra línea de trabajo es asesorar a los Estados a enfocar su política migratoria desde una perspectiva de derechos que crece en la agenda sobre migración”.