“Siempre pienso que mi encuentro con el diseño fue un poco sin querer, pero sé que siempre estuvo presente esa afinidad con la moda”, contó Cecilia González. “Hace unos días, mi hermana me recordó que de chiquita, a la hora de vestirme, no me gustaba ponerme determinadas ropas juntas porque ‘no eran amigos’: esa era mi manera de expresar que para mí no combinaban”.
En 2013, mientras cursaba el tercer año de la Licenciatura en Diseño de Modas en la Universidad ORT Uruguay, se hizo un espacio para presentarse a Lúmina. “La idea de presentarme siempre estuvo porque como yo vivía los desfiles de Lúmina desde el otro lado, porque también soy modelo. Desde siempre vi que Lúmina era una oportunidad que me parecía inigualable, y realmente me parecía obligatorio presentarse para cualquier estudiante de diseño”.
Su colección se llama Curio y fue una de las cinco finalistas de la octava edición de Lúmina, donde recibió una mención especial por parte del jurado.
“Los objetos que luego me inspirarían los conocí cuando viví en Taiwán. Incluso, creo que la inspiración en lo oriental tiene comienzos tempranos: por ejemplo, para mis 15 años use un kimono”, contó a In situ. “La colección, entonces, surge de unas cajas llamadas Curio boxes, que conocí en un museo de Taipei. En cuanto las vi, supe que un día iba a querer usar este concepto como punto de partida, pero como no dejaban sacar fotos en el museo, anoté todo lo que decía sobre ellas en una libretita y esa misma información fue de la que me valí para comenzar a pensar en Curio”.
González dice que “un cofre donde guardar pequeños objetos personales con significados especiales” le pareció “un concepto súper contemporáneo”: “es algo que todos hacemos hoy, yo misma guardo una caja con recuerdos de este viaje que me encanta volver a mirar cada tanto”.
“Luego estas Curio boxes me interesaron por su construcción. Están hechas para que cada objeto quepa de manera precisa en donde debe ir. Para esto, se las construye con distintos niveles y compartimentos, y terminan estando visualmente divididas como en una grilla. En particular, esto es lo que más trasladé a la colección: el uso de las líneas perpendiculares para crear nuevos espacios. La moldería de las prendas marca mucho esta cualidad, y también se ve en la elección del escocés. Las estampas son otro aspecto fundamental. Por un lado, en su aplicación más literal, aparecen las pinturas chinas que los emperadores conservaban en estas cajas, y son las que aportan más color a la colección, y tal vez el aspecto más juvenil de algunas prendas. Por el otro, porque la mayoría de las prendas están estampadas en un 100% de su superficie de tal manera que logran un aspecto rígido y brilloso, generando materiales que se vuelven el diferencial en esta colección”.
La diseñadora explicó que este concepto de partida funcionó a la perfección con la premisa de Lúmina: desarrollar una de invierno. “Esto es importante porque explica el look general de la colección, donde es importante la superposición de distintas prendas, así como el uso de complementos como guantes, pañuelos, gorros y sombreros. Desde un comienzo fue mi prioridad mi hacer una colección que fuera realmente de invierno, que tuviera su foco en abrigos y en pantalones, en buzos y accesorios que fueran, por sobre todo, funcionales”.
González reconoce que diseñar y realizar esta colección fue un desafío personal. “Haber hecho realidad tal cual lo que busqué me deja súper satisfecha, más allá de cualquier premio. Me presenté para tener la experiencia; luego, al quedar finalista, pude realizar la colección entera, lo que contó prácticamente como una experiencia laboral. Es una oportunidad donde participás de todas las etapas; no solo hacer una colección, sino además mostrarla”.
La joven diseñadora dijo que haber participado en Lúmina marca un antes y un después en su carrera. Ahora le queda cursar su último año en la Licenciatura en Diseño de Modas. “Lúmina me dio, entre tantas cosas, esa alegría de saber que hago lo que me gusta y, por suerte, me dio ganas de seguir haciendo más”.