Señor Presidente de ORT Uruguay, Dr. José Braun, Directora General Prof. Charlotte S. de Grunberg, autoridades de instituciones colegas, señores Decanos, señores profesores graduados y familiares. Nos complace mucho recibirlos hoy aquí. Ésta es una gran ocasión para todos nosotros como comunidad ORT.
Quiero felicitar a los graduados por el trabajo realizado con sus profesores, para lograr este resultado. Nos sentimos muy honrados y muy responsables por la confianza que depositaron en nosotros. Esperamos que hayan disfrutado y aprovechado su tiempo en la universidad. Que recuerden todo lo bueno y gradualmente se vayan olvidando del resto. Les pedimos comprensión por las carencias que puedan haber sentido y les pedimos su ayuda y participación para seguir mejorando.
Quedé muy impresionado con los discursos de los graduados. Cuando veo esta desenvoltura para dirigirse a casi mil personas en el anfiteatro más importante de nuestro país, me doy cuenta que son una nueva generación de uruguayos que mucho van a poder aportar a nuestro país.
Aprovechando la ocasión y para los que creyeron que con la graduación se habían terminado nuestras exigencias, les encargo un obligatorio. Fíjense metas ambiciosas, sean exigentes con ustedes mismos porque este es el prerrequisito para poder exigir a los demás, a los que mañana sean sus colaboradores, sus socios, sus proveedores, sus clientes. Ejerzan con integridad profesional, moral y ética ya que una sociedad próspera se basa en la confianza y la sociedad tiene derecho a esperar de los universitarios que sean una vanguardia moral. Los universitarios somos un grupo aventajado en la sociedad del conocimiento y como tal tenemos el deber de ayudar a derramar los beneficios sobre los demás.
Y también les pido: denle una chance al Uruguay antes de considerar irse al exterior. Esto no quiere decir que deban resignarse a lo que el país ofrece. Por el contrario, los invito a que sean parte de un movimiento para embarcar al país en una vía de futuro ambicioso. Como sociedad civil y como nueva generación tienen todo el derecho de proponer y de exigir ser escuchados como protagonistas en una nueva etapa del país.
Creo que ustedes van a ser parte fundamental en el diálogo nacional en los próximos años, un diálogo esencial para repensar nuestro país. Nuestro país es parte de un mundo más amplio. Y este mundo está cambiando en forma profunda y rápida las fuentes de riqueza, de prosperidad y de competitividad internacional. En este nuevo mundo que nos toca vivir el valor se crea en el agregado de conocimientos y de creatividad a productos y servicios. La riqueza ya no se crea fundamentalmente en la extracción de recursos naturales ni en enormes fábricas de producción indiferenciada, especialmente en países con nuestro tamaño, población y ubicación geográfica. En este nuevo mundo, algunos países y regiones se van a hacer cada vez más prósperos como economías creativas. Los demás países van -o vamos- a ser cada vez más dependientes de los primeros, relegados a una producción extractiva de recursos naturales de incierta sostenibilidad o a una repetitiva de productos de bajo valor agregado.
En este mundo nuevo, la competencia crítica entre los países ya no es tanto por el capital, sino por el talento. Las empresas y las inversiones siguen a los talentos mucho más que a los incentivos fiscales. Ya no vivimos en un capitalismo como fue entendido tradicionalmente ni por supuesto en un socialismo. Vivimos en lo que yo llamo un "creativismo" donde el capital y el trabajo están fusionados en las cabezas de las personas. Y lo interesante -y peligroso para nuestro país- es que este capital es sumamente móvil, tan móvil que 600 000 uruguayos están viviendo en otros países y se nos continúan yendo.
En esta nueva sociedad no todo es incentivo económico y las fronteras entre lo público y privado ya no son como tradicionalmente las imaginamos en Uruguay. Internet por ejemplo, no es un proyecto público ni privado, no le pertenece a nadie al igual que la Wikipedia, el software libre o el genoma humano. Todos estos grandes proyectos que están redefiniendo nuestro mundo no pertenecen a la dicotomía dominante en nuestro país: el Estado por un lado y un planeta privado por el otro.
Estos cambios implican una gran oportunidad para nuestro país, que podría reinventarse como una verdadera potencia creativa. Como todo cambio además de encerrar una promesa encierra una amenaza. La amenaza es que si no adoptamos las acciones adecuadas, si no tenemos la voluntad de cambiar, de romper con el pasado e ir hacia un nuevo Uruguay, vamos a perder esta oportunidad histórica y en la nueva geopolítica de la riqueza vamos a quedar igual o peor que antes.
En el casi cuarto de siglo de retorno a la democracia en nuestro país, venimos protagonizando una película en cámara lenta, con pocos cambios estratégicos en nuestra organización social y productiva. Nos falta humildad para reconocer que tenemos que inspirarnos y aprender de países que en otra época considerábamos "retrasados" en relación con nosotros en materia educativa, social y política. Pero países del tamaño de Uruguay, ubicados en lugares tan o más recónditos del mundo, en los últimos veinticinco años han progresado mucho más que nosotros. El producto bruto per cápita de Uruguay en dólares constantes desde 1985 hasta 2007 creció 1.7 veces, mientras que el producto bruto per cápita de Corea del Sur, Irlanda, Taiwan o Singapur se triplicaron. Estas no son cifras abstractas, un producto bruto per cápita multiplicado por tres quiere decir que la gente puede comer mejor, comprarse un auto (quizás el primero en la familia), realizar estudios universitarios, viajar y en general hacer una sociedad más próspera y más justa para todos. La equidad y la justicia se logran sobre la base de prosperidad y no de acumulación de declaraciones.
Tenemos que mirar con humildad, con curiosidad, con apertura el mundo exterior actual, no el que recordamos o añoramos como si fueran novelas de caballería. Por ejemplo, nuestra inversión paradigmática de la década es una industria forestal, papelera, que es la que antes era la base de la economía finlandesa. Deberíamos aspirar a recibir en el Uruguay inversiones que sean parte de las nuevas industrias finlandesas como son las telecomunicaciones. Tenemos un sistema educativo que aspira a ser era como era el sistema francés hace cincuenta años. Los franceses actuales se sorprenden de que la educación técnica y la académica estén divorciadas, de que la práctica laboral no sea parte integral de la formación o de que el Estado no financie las escuelas privadas cuando siguen el programa nacional. El nuevo proyecto de ley de educación se inspira, según han declarado los que la elaboraron, en la legislación educativa argentina, un sistema educativo catalogado como "en bancarrota" por los propios argentinos.
Pensemos en nuestro "balance creativo" ¿Estamos exportando talento, es decir personas o estamos exportando conocimiento aplicado producto de ese talento? Nuestro objetivo tiene que ser exportar conocimiento y para eso tenemos que generar talento y retener talento y si es necesario importarlo. Países como Canadá, Inglaterra, Singapur tienen políticas activas de importar talentos a su país para poder exportar conocimiento. ¿Cuál es la situación uruguaya? En 2007 según cifras oficiales de los institutos especializados se fueron casi ocho mil personas con estudios universitarios del Uruguay, es decir una exportación masiva de talentos: médicos a Chile y España, programadores a Montreal, enfermeras a Suiza, diseñadores gráficos a España. Por otro lado nuestra exportación de productos con alto contenido tecnológico según el estudio oficial del año pasado publicado por la Cámara de Industrias fue inferior al 2%. Este "déficit creativo" es nuestro problema crucial a resolver.
Como universitarios debemos llevar este tema al centro de la sociedad, en especial a nuestros líderes. No estoy seguro de que nuestros líderes realmente comprendan la magnitud y la velocidad de los cambios que estamos viviendo. Si como sociedad hubiéramos realmente comprendido estos cambios yo creo que deberíamos ver actitudes distintas de los grandes grupos sociales. Deberíamos ver por ejemplo a los trabajadores proponiendo recibir capacitación en sus empresas, pidiendo participación en la propiedad intelectual de su aporte intelectual y creativo, flexibilidad en condiciones de trabajo que favorezca el ingreso de la mujer o el discapacitado al mercado de trabajo. Me gustaría ver a los trabajadores pidiendo participación accionaria en los resultados, libertad para proseguir proyectos personales, flexibilidad legal para trabajar más horas y aumentar sus ingresos y sus responsabilidades. Me gustaría ver a las empresas invirtiendo en la capacitación continua de sus equipos, mejorando la calidad y tecnología de sus proveedores y hasta de sus clientes, buscando proyectos de aplicación de conocimiento con las universidades, ofreciendo fórmulas creativas de asociación en resultados a sus empleados. Pero según el último estudio publicado por el PNUD solamente el 3% de las empresas uruguayas tienen un departamento de investigación y desarrollo, cuando por ejemplo en Argentina esa misma cifra es del 20%.
Me gustaría ver al Estado invirtiendo en infraestructura de conocimiento, como ser el sistema educativo, las conexiones internacionales a Internet, becas en el exterior y estimulando la colaboración entre empresas y universidades. En este nuevo mundo las universidades son las nuevas usinas que transforman la capacidad potencial de las personas en talento y el conocimiento en innovaciones. Para poder prosperar vamos a necesitar un sistema universitario de alta calidad en el futuro como país.
Uno de las condiciones para nuestro desarrollo es negociar un acuerdo sobre las grandes metas nacionales y las estrategias para alcanzarlas. España, Finlandia, Irlanda, Nueva Zelanda son países que al comienzo de sus grandes reconversiones productivas alcanzaron consensos en donde los grandes grupos se pusieron de acuerdo en cuáles eran los intereses nacionales por encima de los sectoriales y cuáles serían las estrategias a seguir en el mediano y largo plazo. Creo que hemos desaprovechado recientemente valiosas oportunidades para consensuar cambios en nuestro país.. Una fue el Congreso de Debate Educativo en donde en lugar de generar consensos alrededor de la educación, todos los que estábamos ahí en realidad exhibimos frente al resto de la sociedad enfrentamientos y divisiones. La Reforma Tributaria hubiera sido una gran ocasión para señalar a través del sistema tributario que la inversión en conocimiento es esencial para el Uruguay. También perdimos una gran oportunidad de discutir el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. No digo que era necesariamente la mejor opción firmarlo. Existen buenas razones para firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos o con cualquier otro país y existen buenas razones para no firmarlo, pero lo que perdimos fue la oportunidad de discutirlo con profundidad. Y tenemos ahora la oportunidad de no perder una oportunidad que es el proyecto Ceibal. El proyecto Ceibal tendrá ventajas o desventajas desde el punto de vista técnico pero es valioso porque está uniendo a todos los uruguayos en la expectativa de su aporte a los alumnos de todo el país.
Nuestra responsabilidad como comunidad universitaria es proponer visiones alternativas para el país aunque los horizontes sean de largo plazo. La gente acepta sacrificios, acepta hacer aportes si se les comunica las metas con honestidad y convicción y se les asegura rendición de cuentas. Si se le va a pedir a los ciudadanos recursos adicionales para la educación por ejemplo tenemos que definir las metas y quién va a ser responsable por alcanzarlas.
La visión que propongo para nuestro país es la de transformarnos en un polo creativo, que genere y retenga talento de clase mundial, que convoque inversiones sostenibles de alto valor agregado atraídos por ese talento y que genere un ecosistema nacional de colaboración entre empresas y sistema financiero para la creación continua de innovaciones. Para transformarnos en una potencia creativa tenemos que crear una infraestructura de conocimiento: un sistema educativo de clase mundial, un sistema empresarial que demande la capacidad innovadora para que los profesionales que formamos se queden en el país, un entorno cultural, legal y tributario que incentive el perfeccionamiento permanente y el emprendimiento, y una inversión sostenida y efectiva en el capital humano evaluada a través de mecanismos comparables internacionalmente. Deberíamos aspirar a tener un bachillerato universal, es decir a que todos los uruguayos puedan terminar bachillerato, que todos los uruguayos sean bilingües cuando terminen bachillerato y que la calidad del aprendizaje medida por los estándares internacionales como ser PISA sea calificada en un plazo no mayor de diez año en el 10% superior de los países. Tenemos que dar a todos los uruguayos oportunidades genuinas de ser parte de la clase creativa a través de una democratización real del sistema educativo, especialmente medio y superior.
Señores graduados y graduadas y familias. Hoy es un gran día para todos por el orgullo de la tarea cumplida. Ayudemos a nuestra sociedad a crear un momento de cambio, un movimiento colectivo, democrático hacia un país moderno, por un sentido nacional de propósito sin excluyentes y sin excluidos. Trabajemos todos juntos por un Uruguay próspero y generoso, y por sobre todas las cosas y cualquiera sean sus opciones y caminos, sigan siendo parte de la familia ORT.
¡Muchas gracias!