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Nuevos medios con lógicas antiguas

16/04/2013
Los medios para comunicar están cambiando y, con ellos, quienes comunican: “el rol del público se desplaza hacia una actitud de productores de información (…) Las viejas formas de producir se descentralizan, surgen las redes organizadas en forma reticular, al tiempo que la secuencialidad del formato impreso es sustituida por la aleatoriedad de las bases de datos que son hoy las que organizan el discurso”, reflexiona Daniel Mazzone. En su nuevo libro se enfoca en los casos del Huffington Post y del New York Times, pero su análisis se amplifica al ciberperiodismo actual.

Tapa de "Huffington Post vs. New York Times. ¿Qué ciberperiodismo?".

Huffington Post vs. New York Times. ¿Qué ciberperiodismo? es el último libro del magíster en periodismo Daniel Mazzone, catedrático en periodismo digital de la Universidad ORT Uruguay. Sobre este texto y sobre su estudio acerca de los medios conversamos en esta entrevista, en lo previo a la presentación del libro.

Usted tiene una extensa experiencia en periodismo digital. ¿Cuándo se inició?

En el segundo semestre de 1995 la dirección de El País me encargó desarrollar El País digital, que lanzamos en marzo del 96. Lo dirigí hasta 2005. De esa época y de mis cursos en la Universidad ORT Uruguay datan buena parte de las preguntas que intento responder en mis investigaciones sobre medios.

¿Cómo han cambiado los medios digitales en los últimos años? ¿Cómo se han unido a la plataforma digital aquellos que nacieron, por ejemplo, en papel?

Los cambios de los medios tradicionales –en casi dos décadas de ciberperiodismo- vienen lentos porque en general sus propietarios analizan el futuro desde las viejas prácticas del periodismo nacido con la revolución industrial. Los cambios se introducen por cuentagotas, no al ritmo que imponen los diversos factores que vienen conformando el nuevo ecosistema de medios.

Esta actitud es entendible en la medida en que la vitalidad rentable de las ediciones analógicas no se traslada automáticamente a las ediciones digitales. ¿Cómo pedirle a las empresas que abandonen un modelo de negocios que ha sido muy rentable? Es una resistencia natural.

Sin embargo ahí hay un problema. Una investigación de la Escuela de Periodismo de Columbia University, realizada por Chris Anderson, Emily Bell y Clay Shirky, señala claramente que ese modelo de negocios no tiene futuro. ¿Qué es lo que viene? Es precisamente lo que estamos estudiando.

¿Los cambios que se vienen dando en la comunicación digital se deben solamente al desarrollo de las nuevas tecnologías o también al nuevo rol que asume el público?

Es un error generalizado poner el foco en lo tecnológico, un tema sobre el que advierten teóricos como Pierre Lévy o Manuel Castells, por mencionar a dos que vienen de palos distintos, como son la comunicación y la sociología. Es común oír hablar del “impacto de las nuevas tecnologías”, una metáfora bélica que sugiere que lo tecnológico viene de afuera de la sociedad, cuando es la propia sociedad quien la produce.

¿En qué consiste entonces el cambio? Lo que está cambiando hace varias décadas, es una forma de producir que nació en el siglo XIX con la revolución industrial, que se caracterizó por generar estructuras centralizadas, verticales, cerradas y autoritarias, que concentraban la decisión en pequeñas cúpulas.

Esa forma organizativa, que rigió a toda la sociedad y no solo al periodismo, también generó al ecosistema mediático, concentrando el gatekeeping en algunos miles de medios (la WAN, World Association Newspapers, no llega a 20.000 asociados) y en algunas decenas de miles de editores, es la que desembocó en escandalosos errores: la cobertura de la guerra de Irak por importantes medios norteamericanos, la concentración mediática en imperios como el de Rupert Murdoch que terminó en las aberrantes prácticas de News of the World en 2011; el escándalo de Jayson Blair en 2004, y en la aun más escandalosa celebración del presentador estrella de la BBC Jimmy Savile, quien murió el año pasado en el apogeo de su gloria, con grandes homenajes, sin que el gran público conociera las denuncias que pesaban sobre él acerca de centenares de abusos sexuales, que en muchos casos tenían como víctimas a menores de edad. Este es apenas un breve sumario de las informaciones trascendentes con las que el viejo ecosistema coexistía.

Y eso es lo que está cambiando. Las viejas formas de producir se descentralizan, surgen las redes organizadas en forma reticular, al tiempo que la secuencialidad del formato impreso es sustituida por la aleatoriedad de las bases de datos que son hoy las que organizan el discurso.

Podría decirse que algunas tareas del gatekeeping, como la selección y generación de información, se han desplazado hacia el público y por lo tanto se abre un ecosistema que visiblemente expande sus posibilidades informativas. Estas prácticas son las que Manuel Castells engloba bajo el rótulo de autocomunicación de masas.

Por otra parte el texto, antes cerrado y en manos del autor, cede su lugar al hipertexto en donde quien manda es el lector que entra y sale de él cuando quiere. Son algunos de los cambios culturales tan gigantescos como imparables que están en marcha.

En ese marco, el rol del público se desplaza hacia una actitud de productores de información. Es claro que el hecho de publicar la foto de un accidente o informar sobre una novedad producida en su barrio no transforma a nadie en periodista, pero hay una modificación actitudinal que, en la medida en que se expresa en términos masivos, modifica a su vez el rol de los periodistas y los medios. La elite periodística tendrá un nuevo papel en el nuevo ecosistema. Los medios tradicionales ya no concentrarán monopólicamente la generación de información, ahora también en manos de aquellos que se lo propongan.

¿Cuál es la posición que usted toma ante esto?

Yo estudio estos fenómenos porque me parecen de una importancia fundamental para la vida de una sociedad contemporánea. Pero eso no quiere decir que coincida con todo lo que ocurre. Ni que deje de advertir los enormes riesgos que todo cambio de estas dimensiones entraña.

Estamos en una transición colosal. Pensemos nomás en lo que debe haber sido la revolución industrial, la urbanización radical del siglo XIX, el surgimiento de las fábricas, el amontonamiento de los obreros en torno a los centros de trabajo, la tugurización, la pobreza, los tiempos en los que Kant le advertía a los empresarios que el hombre jamás debería ser un medio y por tanto no podía constituirse en apéndice de las máquinas. Bueno, estamos presenciando cambios de esas dimensiones. Aquellos medios de mediados del siglo XIX —el NYT surgió en setiembre de 1851, La Nación es de 1860 y El Día es de 1886— han recorrido un largo camino a través del cual sufrieron múltiples cambios discursivos y hoy se enfrentan a la gran prueba. No todos sobrevivirán, como lo demuestra la generalizada desaparición de medios tradicionales. Y nada de esto es negativo o positivo a priori.

La palabra final la tendrán los actores sociales, como la tuvieron en el cambio de modelo de negocios de la industria discográfica. Esa industria obligó a los melómanos a seguir a sus artistas a través del vinilo, después del casete y finalmente a través del cd, remasterizando una y otra vez obras largamente amortizadas y que incluían 15 o 20 temas de los cuales a los usuarios les interesaban uno o dos. Hoy se puede comprar música por tema o por tarifa plana.

¿Qué sucede con el público en medio de estos cambios?

Hay quienes creen que el público quiere “todo gratis”, cuando en realidad lo que desea es el mejor servicio a precios razonables. Como en el ejemplo de la industria discográfica, también los medios de información dejaron de cumplir con su vieja promesa de “entregar todo lo que usted merece saber”. Se han caído mitos como el de la objetividad y la infalibilidad, y el público intuitivamente ha comenzado a seleccionar por sí mismo a los nuevos prescriptores. Los públicos crean circuitos y comunidades entre quienes se recomiendan los textos que mejor los satisfacen. Hay que recordar que fueron los usuarios quienes llevaron los medios a las redes sociales y no a la inversa.

¿Por qué eligió estudiar al Hufftington Post y New York Times para hablar de ciberperiodismo?

Por varias razones. La principal es que el NYT representa uno de las cumbres del periodismo de referencia occidental y está en la red desde 1994, mientras que elHuffPost era, ya en 2008, un fenómeno en ascenso. Debí apostar a que seguiría creciendo y fue una buena decisión. Es decir que entre ambos configuraban un escenario en que el gatekeeping, las propuestas de construcción social de la verdad civil, la producción social de sentido, y el modelo de negocios se situaban en las antípodas. Y lo más llamativo: eran concurrentes, es decir, disputaban por enormes franjas de lectorado en común.

Para la primera parte de la investigación, entre 2009 y 2010, observé casi 1000 portadas de ambos medios y en la segunda, en 2012, casi 2000, al punto que hubo días en que bajé —software mediante— una portada de ambos medios cada 30 minutos. Finalmente analicé en profundidad unas 70 portadas, que me permitieron sintetizar los rasgos principales de dos formas de procesar la información.

Durante una entrevista con Jaime Clara dijo que Huffington Post hace cualquier cosa menos periodismo. ¿Por qué lo eligió para analizar, entonces, siendo que su estudio es sobre ciberperiodismo?

El HuffPost se postula como un medio que produce información. Cuando lo exploré estaba décimo en el ranking de medios de Alexa, tres o cuatro lugares después del NYT. Y ya en la segunda fase, en 2012, estaba en los primeros puestos del ranking y había superado alNYT en cantidad de usuarios únicos. Y todo esto habiendo surgido en 2005 como un blog de análisis político. Hay algo ahí que merece ser estudiado.

En cuanto al modelo informativo, que es a lo que alude tu pregunta, está basado en la agregación y no en la producción propia de noticias. También se basa en prioridades ideológicas (su cuestionamiento a los grandes bancos es prioridad principal) a las que subordina temas de indudable interés público como demostró mi investigación. Bajó de portada el terremoto de Haití (en enero de 2010) por privilegiar una información referida a la cuestión financiera.

Otro dato interesante que surgió de la investigación fue que, si bien el HuffPost era el medio nuevo, sus decisiones editoriales son tan centralizadas como las de los medios tradicionales. Como no produce información propia, utiliza descaradamente hasta editoriales de otros medios, incluido los del NYT, como lo probé documentadamente. No es la forma de hacer periodismo que recomendamos en nuestras aulas.

¿Cómo lee el comportamiento de los medios digitales uruguayos?

Desde mi punto de vista la sociedad uruguaya hace muchas décadas perdió sus referencias y no acierta a encontrar los métodos para reubicarse en el mundo. El derrumbe educativo o la incapacidad para resolver problemas logísticos, que siempre son estratégicos (ferrocarril, puertos, rutas), son solo dos ejemplos del empantanamiento que nos atrapa. Los medios uruguayos no escapan a la crisis cultural que nos empobrece en lo más hondo. Estamos produciendo un periodismo que deja por el camino muchos temas abiertos, lo cual también habla de una sociedad cada vez más dividida en bandos que no construye verdades comunes y, en cambio, fomenta la división en dos o más explicaciones que terminan separándonos en tribus cada vez más irreconciliables. Este comportamiento no puede conducirnos a nada bueno.

A menudo el periodismo confunde violencia social con crónica roja y reduce la complejidad a la mera descripción externa y efectista de un crimen. Podría enumerar decenas de temas importantes que nuestro periodismo no aborda más que en páginas especializadas, en otra muestra de empobrecimiento generalizado.

Los propios sueldos de los periodistas se han devaluado al punto de hacernos creer que el periodismo es una función subalterna, cuando se trata de una profesión que debe dignificarse, también y fundamentalmente, en su aspecto material.

En lo más específico, el periodismo digital uruguayo está procesando los cambios como puede. Los medios tradicionales siguen apostando al modelo analógico que es el que les sigue proveyendo rentabilidad, pero sabiendo que el futuro será digital.

Creo que lo más interesante está ocurriendo en el campo de los bloggers, en redes como Twitter y en algunos medios digitales que no provienen de medios analógicos. Sin embargo, hay algunos medios analógicos (radio, canales de TV, diarios) a los que se ve haciendo enormes esfuerzos, con algunos logros sagaces. Pero tal parece que esos dos ámbitos, el de los bloggers y el de los medios digitales, operan separados, sin tocarse.

Es ahí donde me parece que hay un enorme caudal sin articular y que, como no lo hemos estudiado, permanece desconocido. En términos generales podría decirse que ni el campo de los bloggers ha madurado como para constituirse en un interlocutor válido —más allá de algunas apariciones esporádicas brillantes— ni el campo de los medios nuevos y tradicionales parece dispuesto a ceder espacios. Seguramente se trata de una situación transitoria en la que cabe esperar cambios impredecibles.

En la medida en que pueda conocerse a sí mismo y genere posibilidades de articularse y colaborar entre sí, el campo de la comunicación puede estar llamado a jugar un papel gravitante en la búsqueda de los caminos que nos permitan, como sociedad, reubicarnos en ese mundo con el que debemos imperiosamente interactuar en términos contemporáneos.

¿Por qué es necesario estudiar y reflexionar sobre el comportamiento de los medios de comunicación?

La academia puede —y debe— jugar un papel en la articulación del campo de los bloggers, las redes y el de los cibermedios tradicionales. Los estudios mediáticos pueden contribuir a poner en comunicación a las formas clásicas de comunicar, con los impulsos renovadores de los más jóvenes. La incomunicación entre esos dos ámbitos no favorece a los mejores intereses de la sociedad.

La incomprensión del papel que juega la comunicación hoy en día también se evidencia en la ofensiva con que cierta política suele recalentar el ambiente con ataques —a veces furibundos— a los medios, como si fueran los causantes de la inquietud social que viene ganando a las sociedades de nuestra región. Atacar a los medios por problemas que están superando al conjunto social, puede ser una solución fácil pero inconducente.

La inestabilidad a la que asistimos tiene mucho que ver con la transición entre una sociedad organizada en una concepción temporal y espacial con anclaje en el siglo XIX y esta nueva sociedad organizada en redes del siglo XXI.

Por todas estas cosas es conveniente estudiar a los medios, como también lo recomendaba la Unesco en 2002: educar en medios, sugería y especificaba que no se trataba de educar con y a través de los medios sino de conocerlos y comprenderlos para formar ciudadanos con capacidad crítica, capaces de evaluar con autonomía el discurso informativo.

Espero que este libro que presento contribuya a crear condiciones para que estos temas empiecen a introducirse en el temario de los debates periodísticos.

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