Sofía es una estudiante china de 21 años que acaba de llegar a Uruguay. Se quedará en el país cerca de un año a estudiar español, a más de 18.700 kilómetros de su hogar. Aprenderá palabras nuevas y mejorará su manejo del idioma; conocerá una cultura totalmente diferente a la suya, quizás tome mate y pruebe el asado; conocerá a muchas personas y tal vez haga amistades para toda la vida.
Como ella, otros 16 estudiantes chinos llegaron a Uruguay para estudiar español, en el marco de la quinta edición del Programa Conjunto de la Harbin Normal University y la Universidad ORT Uruguay.
De qué se trata
Los estudiantes de la Licenciatura en Idioma Español de la Harbin Normal University cursan dos años de español en China. En el tercero van a un país donde se hable español. Luego de finalizado ese período vuelven a su país, estudian un año más y se gradúan.
Uruguay, a través de la Universidad ORT Uruguay, es una de las opciones que tienen para viajar, explicó María Azpiroz, coordinadora del Programa Conjunto. En el primer semestre cursan materias que forman parte de su carrera y comparten clases con otros estudiantes extranjeros. En el segundo, aquellos que tienen buenas calificaciones asisten a clases con otros uruguayos, a cursos regulares de la universidad.
Lo interesante del programa, indicó Azpiroz, ha sido la posibilidad no solo de los estudiantes chinos de conocer otro país, sino también la oportunidad que han tenido muchos uruguayos de observar una realidad totalmente diferente y tener contacto con chinos, universitarios, jóvenes. “Algo que no es muy común”, dijo.
Dos culturas diferentes
Azpiroz, que vivió cuatro años en China, enumeró las diferencias entre ambos países. Por ejemplo, los estudiantes chinos suelen almorzar a las 11:30 del mediodía y cenar a las 17:00; la luz de sus habitaciones se apaga a las 23:00.
En China, los estudiantes viven en los campus, tienen muchas clases, una intensa carga horaria y trabajan con un libro de texto, que se sigue de forma lineal. En cambio, en Uruguay hay una bibliografía obligatoria y otra complementaria, y los estudiantes tienen que acceder a diversas fuentes de información.
La Harbin Normal University recibe más de 30.000 estudiantes y, en Harbin –la capital y la ciudad más grande de la provincia de Heilongjiang, ubicada al noreste de China–, viven alrededor de 10 millones de personas.
La relación docente-alumno también es diferente. En China se tiene un vínculo muy cercano y es fácil conocer la vida privada del profesor. Además, precisó que las clases de español son dictadas mayormente en chino y suelen trabajar muy poco en grupo.
Azpiroz contó que los chinos cocinan muy bien y, para ellos, salir a comer y compartir una mesa “tiene incluso más importancia que una previa en Uruguay”.
Si bien las diferencias culturales a veces pueden llegar a generar conflictos, también se aprende de ello. Por ejemplo, puntualizó que hay intereses que unos comparten y otros no. A los uruguayos les gusta salir a bailar y acostarse tarde; a los chinos acostarse temprano, y disfrutan cantar en el karaoke.
Por último, dijo que a los estudiantes les gustan muchas cosas de Uruguay: la forma de vida, la tranquilidad, el aire puro, el cielo celeste, la universidad y la forma de estudio. “En general pasan muy bien”, dijo Azpiroz.
La bienvenida
“Para nosotros es muy bueno y muy hermoso ver que llega una nueva generación”, manifestó Julio Fernández –vicerrector académico de la Universidad ORT Uruguay–, en la ceremonia de bienvenida a los estudiantes chinos. “No solamente van a aprender español, sino que nosotros también aprendemos mucho sobre su país y sobre sus costumbres”, añadió.
El evento, que se realizó el lunes 29 de agosto en la Facultad de Administración y Ciencias Sociales, contó con la presencia de Zhang Wenwei, consejero político de la Embajada de la República Popular China en Uruguay, quien brindó un discurso para los estudiantes. El consejero habló de la importancia del estudio, de las relaciones de China con Uruguay y con América Latina, y les dijo que son representantes de China en Uruguay.
Luego, cada estudiante chino pasó al frente y se presentó brevemente.
-Hola a todos, me llamo Fabiana, tengo 20 años, espero que pueda hacerme amiga de todos ustedes -expresó una estudiante.
-Me llamo Marcela, encantada de conocerlos, espero que podamos ayudarnos en la vida y también en el estudio.
-Hola a todos, me llamo Fabio, y soy el único chico. Me alegro de poder venir a Montevideo para estudiar español. Será una experiencia inolvidable -dijo el último en presentarse.
Gabriela, estudiante china de la generación 2015, compartió su experiencia con los nuevos estudiantes y sus padrinos –quienes también estaban presentes en el evento–. Dijo que Uruguay es un país con “una cultura muy diferente”, y que los estudiantes van a encontrar muchas dificultades –por ejemplo, en algo tan simple como depositar dinero– pero que “eso no es lo importante”: “Lo importante es pasar bien en Montevideo”.
“Van a aprender cómo ser un adulto, sin la ayuda de los padres”, destacó Valentina, miembro de la generación 2013 de estudiantes chinos, quien luego de graduarse volvió a Uruguay a hacer el Master en Educación de la Universidad ORT Uruguay. Es que, en su opinión, los estudiantes podrán aprender cómo comunicarse con la gente, así como a solucionar problemas. “Aprovechen esta experiencia y disfruten mucho”.
Claro que ni Sofía, Fabiana, Marcela, Fabio, Gabriela ni Valentina son sus verdaderos nombres; pero todos los estudiantes al comenzar la carrera reciben un nombre en español.
Una experiencia única
“Estudiar en Uruguay es una experiencia preciosa. Hay mucha distancia entre Uruguay y China, por lo tanto, no sería fácil conocer este país sin esta oportunidad”, afirmó Sofía, una de las estudiantes chinas de la generación 2016.
Consultada acerca de cómo han sido sus primeros días en Uruguay, indicó que las clases le resultaron interesantes, ya que son diferentes a las que tenía en China, en cuanto al contenido y a la organización.
Además, recalcó que los profesores y padrinos han sido muy amables y que la han ayudado mucho. Respecto al futuro, Sofía espera poder conocer Uruguay profundamente, viajando y relacionándose con los uruguayos.
Un aprendizaje mutuo
Ser docente de estudiantes que llegan desde una cultura tan diferente no es fácil, dijo el profesor Andrés Bancalari. Sin embargo, el coordinador académico adjunto de Estudios Internacionales y docente de Fundamentos del Comercio Internacional subrayó que “el aprendizaje, sin dudas, es mutuo. Son dos realidades muy diferentes y eso lo hace atractivo”.
Bancalari dijo que una vez que los estudiantes chinos se sienten seguros en el manejo del idioma: “Sus aportes son valiosos y acercan una visión muy diferente del mundo”.
Y agregó: “El intercambio con los estudiantes uruguayos es muy positivo. Hay mucho interés por parte de los estudiantes nacionales en conocer más sobre China y sobre Harbin”.
“Hay que tener en cuenta que el estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales tiene, de base, un interés genuino en las culturas y eso, sin dudas, hace que el intercambio sea fluido”.
Una amistad para toda la vida
“La figura del padrino es clave”, dijo Santiago Patrón di Rende, estudiante de Comunicación Corporativa y padrino de estudiantes chinos desde 2013. La razón está en que si se forman buenos vínculos y buenas amistades “todo lo que implica la vida en Uruguay es más fácil”.
Los primeros días los padrinos ayudan a los estudiantes chinos a comprar los chips para sus celulares, a abrir una cuenta en el banco, a tomarse un ómnibus. Recorren Montevideo y, poco a poco, le van mostrando la idiosincrasia del país. Según Patrón, a lo largo de los años, ha tratado de que se vayan con “una visión bastante amplia de lo que es la vida fuera de China”.
“Trato de mostrarles lo bueno y lo malo de un sistema cómo el nuestro. Las costumbres, los hábitos, los modos de vida. Trato de que conozcan todos los barrios, el interior, la cumbia, el rock, la murga, las escuelas, las familias, las fiestas, las religiones y todo lo que, en cierta medida, forma parte de ese gran collage que nos hace uruguayos”, explicó.
Para Patrón, la experiencia de ser padrino ha sido “una de las mejores cosas” que ha hecho en su vida. De los estudiantes chinos se ha quedado “con sus comidas, su templanza, su lealtad y sus agradecimientos por haber formado parte de esta experiencia que, sin dudas, les cambia la vida”.
“He conocido personas con las cuales he forjado amistades que estoy seguro que perdurarán para el resto de mi vida”, enfatizó. Incluso, indicó que sigue en contacto con varios estudiantes de la primera generación, a pesar de la distancia y del tiempo.
El padrino contó que cuando conoció a María Azpiroz, ella le dijo una frase que le quedó grabada y que ha comprobado que es cierta: “Si uno se gana la amistad de un chino, se gana una amistad para toda la vida”.