https://www.youtube.com/watch?v=IHYZxUamx78
Señora Directora General de ORT Uruguay, señores decanos, autoridades, miembros de nuestra universidad, señores Amigos de ORT.
Queridos graduados y sus familias, nos alegra compartir con ustedes este día tan especial.
Antes de empezar quisiera recordar a un gran amigo, distinguido colaborador y creador de esta ceremonia, el Sr. Carlos Podestá. Quisiera agradecer a Carlos por el talento, la dedicación y el compromiso con que siempre encaró los desafíos de nuestra transformación en universidad. Todos sus colegas aquí presentes le estamos agradecidos por todo lo que nos enseñó y por su enorme aporte a nuestro proyecto común.
Queridos graduados, la educación universitaria exige dedicación y resiliencia. El esfuerzo parece a veces mayor al que podemos enfrentar, los tiempos no alcanzan, hay ocasiones en que las circunstancias personales parecen superarnos, los resultados no siempre son los que esperamos. Estas son experiencias inevitables en la vida, pero lo importante es que las supieron enfrentar y superar, y eso es parte valiosa de su formación. Ustedes han cumplido, pueden estar orgullosos.
La educación universitaria es una de las experiencias más transformadoras en la vida. A la universidad ingresa una persona y se gradúa otra. Ingresa un adolescente y sale un adulto. Ingresa un estudiante y se transforma en un profesional. Nuestra misión es acompañarlos y apoyarlos en ese proceso transformador. Esperamos haber cumplido. Esperamos haberlos sabido apoyar cuando lo necesitaban. Esperamos haberles enseñado el más duradero de los aprendizajes, que es que nunca se puede dejar de aprender.
ORT Uruguay cumple próximamente 75 años. Hemos cambiado mucho a lo largo de nuestra historia, pero nuestra misión y nuestro espíritu permanecen incambiados. Nuestra misión es apoyar el desarrollo de nuestro país a través de la educación. Nuestra convicción es que la formación es imprescindible para que las personas puedan vivir vidas dignas y autónomas.
ORT es una historia de constante renovación. Cuando hace 75 años un grupo de uruguayos fundó ORT en nuestro país, las últimas escuelas de ORT en Europa estaban siendo clausuradas por los nazis y sus colaboradores. En unos pocos meses fueron cerradas escuelas que existían desde hacía décadas en Berlín, París, Varsovia, Vilna, Kovno y muchas otras ciudades. La mayor parte de los alumnos y docentes fueron deportados, transformándose en lo que hoy llamaríamos “desaparecidos”. Hace 75 años nuestra Directora General y su familia estaban escondidas en Francia, escapando de esos mismos criminales.
Pero mientras ORT era cerrada en algunos países, renacía en otros como Uruguay. Estamos orgullosos de lo realizado en estos 75 años y estamos orgullosos de nuestro país, que se opuso en su momento al fascismo y que recibió a nuestras familias inmigrantes.
Pero al mismo tiempo miramos con alarma actos delictivos perpetrados por uruguayos, pero que no representan a los uruguayos. Las pintadas en el Memorial del Holocausto, negando el Holocausto, nos hace cuestionarnos: ¿No enseñamos nada en estos años? ¿No aprendimos nada? ¿No aprendimos que el odio se expande insidiosamente como un gas? ¿No aprendimos que amenazar a un grupo lleva a que todos vivamos bajo amenaza? ¿No aprendimos que cuando una persona es discriminada, todos somos discriminados?
Los responsables de estas pintadas tienen sus responsabilidades legales, pero más me preocupan los comentaristas que defendieron ese vandalismo, porque ellos son moralmente responsables. Porque negar el Holocausto no es una opinión, es una agresión. Negar el Holocausto es parte de las mentiras, falsedades y distorsiones con que nos inundan los que no creen en la democracia. Los vándalos que escribieron esos mensajes y aquellos que los apoyan no odian a los judíos, odian la convivencia, odian la idea de que la vida humana es sagrada. Aceptar pasivamente estas manifestaciones es moralmente indefendible. Desde un punto de vista moral, la indiferencia a la agresión es más destructiva que la agresión misma. En una sociedad hay algunos culpables, pero en realidad somos todos responsables. No aceptemos ese vandalismo y no aceptemos a los que los apoyan, no seamos cómplices indiferentes de los que promueven la intolerancia. No lo aceptemos, esa es la manera de ser mejores uruguayos.
Como saben, ORT es una institución judía abierta a todos. Muchas culturas y religiones han aportado a nuestra civilización. En mi opinión una de las contribuciones más importantes del judaísmo fue la centralidad de la educación. En el judaísmo la educación es obligatoria y permanente. El ser humano en el judaísmo siempre es una “obra incompleta”, siempre debe apuntar a aprender más, conocerse mejor a sí mismo y a los demás. Siempre tiene que dedicarse a reparar las imperfecciones del mundo.
Según el Talmud, educar a los hijos es tan importante como alimentarlos o abrigarlos. La educación en el judaísmo no se basa en la reverencia a la autoridad, el docente no es un profeta y lo que enseña no es la verdad revelada. El aprendizaje requiere siempre aceptar múltiples interpretaciones, escuchar puntos de vista diferentes, aceptar que nadie, ni siquiera uno mismo, especialmente uno mismo, es depositario de toda la verdad.
Queridos graduados: la graduación simboliza la culminación de una etapa y el comienzo de una nueva. Simboliza el comienzo de su búsqueda vital, de su afirmación como individuos adultos. No teman a sus ambiciones. No condenen los éxitos de los demás si son obtenidos de buena fe. Una sociedad sin destacados no puede progresar. Entender qué nos hará felices en la vida es uno de los mayores desafíos humanos y cada uno tiene que encontrar su propia respuesta. Pero no todos los deseos son legítimos. No todos los objetivos son legítimos. Balancear nuestras aspiraciones es un desafío para nuestra conciencia.
Busquen su camino con humildad. No debe haber vanidad en el conocimiento pero tampoco orgullo de la ignorancia. Por más que estudiemos, recuerden que siempre conocemos solo una pequeña fracción de la realidad. Busquen su camino personal, pero no pierdan de vista que son miembros de una sociedad. Recuerden que una sociedad es más fuerte cuando apoya a los más débiles, es más rica cuando apoya a los más pobres, es invulnerable cuando protege a los más vulnerables.
Busquen el poder de las ideas más que la idea del poder. Dialoguen siempre para entender, para proponer, no para imponer y degradar. No debemos considerar a cada interlocutor como un adversario, no debemos considerar a cada adversario como un enemigo. Demasiados uruguayos insultan en lugar de argumentar, buscan amedrentar en lugar de convencer. Usen las redes sociales para exponerse a otras ideas y opiniones, no para escucharse a sí mismos y a los que piensan como ustedes.
Siempre estén dispuestos a cambiar, su capacidad de adaptación será más importante que su erudición o su brillantez. Reflexionen sobre las cuestiones que nos afectan como sociedad. Forjen sus propias opiniones. Desconfíen de las ideologías que ofrecen respuestas prontas para todo y para todos. Tener posiciones propias es lo que nos distingue como individuos. Sin opiniones no hay diálogo, sin diálogo no hay comunidad. Eviten la aceleración frenética que parece que nos impone el mundo conectado. Las ideas novedosas, los problemas complejos, las relaciones importantes, requieren tiempo, dedicación, concentración. Profundicen, observen con detenimiento, escuchen con atención. Busquen la música debajo del ruido, busquen los colores más allá de la oscuridad, busquen los significados menos evidentes. No todo lo que buscamos está en la primera pantalla o en la superficie.
Elijan siempre desafíos grandes que los obliguen a crecer y superarse. No teman a los errores. No hay riesgo sin error y no hay progreso sin riesgo. Estén siempre dispuestos a cambiar si aspiran a promover el cambio en otros. Traten de comportarse como los líderes que ustedes mismos seguirían.
Queridos graduados: les espera un nuevo mundo. Un mundo de oportunidades basadas en el conocimiento y la creatividad. En este nuevo mundo no hay países lejanos y cercanos, no hay países del sur y del norte, no hay países grandes y chicos. En un mundo donde la riqueza se crea a partir de la inteligencia, todo es posible. La dependencia ahora está solo en nuestras mentes.
Hace 1000 años la cuestión esencial era ¿quién es dueño de la tierra? En la tierra residía la riqueza y el poder. Hace 100 años la cuestión era ¿quién domina las fábricas o los medios de producción? Eso nos dejó casi un siglo de marxismo político. En este nuevo mundo la cuestión esencial es ¿quiénes producen el conocimiento?
Los desafíos estratégicos para los países ya no son aumentar territorio, armar ejércitos o encontrar petróleo. Los desafíos de la nueva era son cultivar y atraer talento, promover cultura emprendedora, propiciar la creación de innovaciones. En este nuevo mundo progresar no requiere discursos sino estudios, no requiere lucha de clases sino asistencia a clases, no requiere ejércitos sino liceos y universidades. Ustedes podrán prosperar en este nuevo mundo desde Montevideo de la misma manera que si vivieran en Manhattan, Seúl o Tel Aviv.
Pero en este nuevo mundo tendrán que correr una carrera continua entre educación y tecnología. La obsolescencia del conocimiento será cada vez más rápida. La 1.ª y 2.ª revoluciones industriales fueron transformaciones energéticas, buscaron sustituir la fuerza animal y humana por la energía del vapor o la electricidad. La 3.ª revolución industrial es una transformación informática que permitió sustituir cálculos y archivos manuales por sistemas automáticos y digitales. La 4.ª revolución, que es la que le toca a ustedes, apunta a sustituir inteligencia humana por inteligencia artificial, y por eso es una revolución del conocimiento, una transformación epistemológica.
El tiempo medio de vigencia del conocimiento se irá acortando cada vez más. En algunas carreras cuando se reciban, van a tener que empezar de vuelta. La memorización tendrá cada vez menos valor ante la disponibilidad continua de información. Aprender y crear conocimiento se irán transformando en procesos continuos, ya no se podrá estudiar durante unos años y luego trabajar muchos más, tendrán que ser procesos continuos y conjuntos.
En esta sociedad del aprendizaje el valor de las personas dependerá de lo que saben y de su capacidad de aprender. Por eso ofrecer una educación de calidad a todos los ciudadanos de nuestro país es un imperativo moral. Hoy en día tenemos un círculo vicioso en nuestro país, en el cual tener un buen ingreso depende de tener una buena educación, pero tener una buena educación depende de tener un buen ingreso. Este es el círculo vicioso que nuestro país tiene que romper.
Uruguay está hecho a la medida para progresar en la sociedad del conocimiento. Tenemos una cultura social, un capital intelectual y un patrimonio de recursos naturales ideales para el desarrollo en base al talento y a la inteligencia. Pero debemos adaptarnos a este mundo nuevo signado por la globalización y la tecnificación. Tenemos que abandonar la ilusión de que el resto del mundo se adaptará a nosotros. No podemos mantener la inercia del pasado y aspirar a la prosperidad del futuro, vamos a tener que elegir. El inmovilismo no es una estrategia efectiva para modernizar nuestro país.
Este nuevo mundo encierra amenazas y también oportunidades. En este momento, en nuestro país estamos paralizados por la percepción de las amenazas. Consumimos nuestra energía en combatir acuerdos comerciales, en hostigar las nuevas formas de trabajo como las plataformas de transporte o de entretenimiento, o en oponernos fútilmente a las reformas laborales de otros países. Nuestras preocupaciones tienen que ser otras si aspiramos a desarrollarnos en la sociedad del conocimiento. Nos deben preocupar la calidad de los bachilleres en Finlandia, la cantidad de doctores en Corea, la velocidad de los emprendimientos en Israel o la reformulación del valor de los recursos naturales en Nueva Zelanda. Al no actuar frente a los reales problemas estratégicos que enfrentamos, estamos haciendo un acto de egoísmo de escala nacional, estamos trasladando los costos de nuestra inevitable adaptación a las próximas generaciones. Estamos trasladando nuestros problemas a nuestros hijos y esta no es una opción éticamente aceptable para una sociedad madura y responsable.
Queridos graduados: gracias por compartir con nosotros este día tan importante. Gracias por permitirnos en estos años aprender con ustedes. Uruguay no es un país grande, pero es un gran país y ustedes tienen la oportunidad de hacerlo aún más grande. Uruguay los necesita. Triunfen desde Uruguay. Hagan triunfar a su país y sepan que ORT siempre será su casa.
Muchas gracias.