La crisis del cambio climático está cada minuto más presente en la vida de las sociedades de todo el mundo. Las sequías prolongadas, la inestabilidad del clima y otros fenómenos naturales se hacen cada vez más frecuentes en prácticamente todas partes del planeta Tierra, y es una misión para todos tomar acción para cuidarlo.
Si bien es cierto que la voluntad política de las principales potencias y de todos los países en general es prioritario para poder hacer el gran cambio, desde el ámbito profesional también es imperativo adaptarse a prácticas más sostenibles, tener un uso más responsable con los recursos naturales y, a su vez, aprovechar la demanda del mercado, que es cada vez mayor.
Por eso desde la academia, la Facultad de Arquitectura de la Universidad ORT Uruguay lanza el Diploma de Especialización en Arquitectura Sostenible, un postgrado que ofrece a los profesionales vinculados a la arquitectura, ingeniería y construcción una formación con énfasis en el desarrollo de las estrategias bioclimáticas, así como la incorporación de principios de eficiencia energética y de energías renovables.
¿Por qué los edificios contaminan tanto?
El arquitecto español Daniel Ruiz Lolo, docente del postgrado de Arquitectura Sostenible de la universidad, lo explica en base a dos razones principales: el consumo durante su vida útil y el consumo para la fabricación de los materiales de construcción.
"El consumo de los edificios durante su vida útil se vincula con la calefacción y acondicionamiento. Por ejemplo, un clásico edificio de oficinas con todas las fachadas vidriadas tiene los aire acondicionados funcionando 20 o 24 horas al día durante todo el verano", dice Ruiz Lolo.
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Por otra parte, "la mayoría de los materiales tradicionales para la construcción consumen mucha energía en su fabricación, más allá de su transporte y construcción en obra. El hormigón, el acero o el vidrio tienen una alta huella de carbono porque el consumo de energía para fabricarlos proviene de un combustible fósil, como petróleo, gas o carbón, que son los que permiten trabajar a temperaturas altísimas", agrega el docente.
Entonces, el consumo energético de los edificios se puede medir según la fase de preparación de los materiales para su construcción, y según la energía utilizada para dar confort y buenas condiciones de habitabilidad durante su vida útil. Sin embargo, "cualquier material puede ser sostenible, porque lo que importa es el diseño", enfatiza Ruiz Lolo, fundado en que, por ejemplo, es más sostenible mantener y acondicionar un edificio de hormigón viejo, que tirarlo abajo y construirlo desde cero con madera, o es más sostenible en Uruguay construir en ladrillo que importar madera de un bosque canadiense, ya que el transporte también tendrá un consumo innecesario de energía. "Un material es más sostenible que otro dependiendo de diferentes factores", afirma.
¿Los materiales de construcción renovables son más costosos que los tradicionales?
Los materiales "más sostenibles", según el docente, pueden requerir más mantenimiento que los tradicionales, y eso genera un costo económico extra. Sin embargo, el costo económico se relaciona directamente con el costo energético, y este último nunca alcanzaría en la vida útil de un edificio de materiales más sostenibles el costo energético que implica la fabricación y el uso de los materiales tradicionales.
"Cuando hablamos de sostenibilidad –dice Ruiz Lolo –siempre se tiene en cuenta su vida útil, es decir: qué va a pasar con este edificio en los 50 o 100 años que dure, hasta que se desmonte o desaparezca. Un edificio de madera lo desmontarás y podrás hacer algo con esa madera, o en el peor de los casos se quemará y se generará energía. El hormigón, en cambio, lo más seguro es que acabes demoliéndolo y generes basura, escombros, porque casi no tiene reciclabilidad".
En definitiva, la respuesta corta es, otra vez, que depende de varios factores y del modo de medir el costo: si es una construcción desde cero, si es una remodelación, si es en Uruguay o en Canadá (costos de transporte de materiales). Si se mide el costo en base a su mantenimiento, depende del tipo de construcción: "Si quiero construir una fábrica donde necesito luminarias enormes, hacerlo con madera sería muy costoso. Lo mismo que en el caso de un shopping. Sin embargo, un edificio de oficinas sería competitivo. O un edificio de viviendas familiares", afirma.
Asimismo, destaca que si se construye un edificio de hormigón con "el aislamiento correcto, la orientación correcta, los huecos suficientes para que entre luz pero no demasiado, entre otras cosas, puedo hacer un edificio perfectamente sostenible con materiales tradicionales (que en su funcionamiento durante su vida útil consumirá poca energía)".
¿Tiene más riesgos construir en madera? ¿Es más inflamable?
"Ese es un miedo que la gente tiene", indica el docente español. Cuando los arquitectos diseñan un edificio, según él, prevén cómo va a resistir al fuego y calculan cuánto demora en colapsar y derrumbarse la estructura.
Ruiz Lolo explica que cualquier edificio de madera tiene la misma resistencia que uno de hormigón, y lo que se calcula es que resiste una hora de fuego, que es el tiempo que habrá para evacuar a todas las personas que haya dentro. "Cuando hay fuego en un edificio, al final se acaba quemando. No hay ninguno que no se queme, da igual que sea de hormigón o madera".
"Es más, –continúa –muchas veces los edificios de madera son más resistentes que los de hormigón o acero, porque cuando una viga de madera empieza a quemarse, lo hace por fuera, se carboniza por capas y llega un momento que el fuego ya no entra. Si haces una viga lo suficientemente grande, el fuego no va a llegar al interior y la viga seguirá resistiendo. En cambio, las vigas de acero o de hormigón llegan a un punto en el que la temperatura es tal que se dobla el acero que hay en el centro, y la viga se rompe y se cae".
¿Cuáles son las principales limitantes para el desarrollo de proyectos arquitectónicos sostenibles en Uruguay?
Tanto para Ruiz Lolo como para el arquitecto Eliseo Cabrera, coordinador académico del postgrado, la principal limitante es la falta de información, que genera percepciones equívocas como la de mayor costo económico, menor resistencia a lo largo del tiempo o que las construcciones en madera son "más inflamables", y una mayor flexibilización de la industria de la construcción.
"Si yo quiero hacer proyectos arquitectónicos sostenibles, necesito profesionales que sepan hacerlos. Es difícil cambiar las mecánicas del sistema si vengo con algo demasiado innovador, me enfrentaré a problemas técnicos porque no hay experiencia en los equipos de trabajo. Sin embargo, la arquitectura está yendo en esa dirección, vivimos en un planeta en el que cada vez hay menos recursos y debemos aprender a hacer cosas con menos recursos, incluida la energía", sostiene Ruiz Lolo.
¿Cuáles son los principales desafíos para el desarrollo de proyectos arquitectónicos sostenibles?
Según la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), el 23 % del consumo energético proviene de edificios destinados a residencia, comercio y servicios, y en base a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), "nos comprometemos como país a generar ciudades más sustentables" y reducir ese consumo, explica Cabrera.
Hay una tendencia, entonces, de trabajar en términos sostenibles que excede industrias, mercados y profesiones, y que "parte de una obligación que nace a partir de la crisis que atraviesa la humanidad y el planeta", dice Cabrera. Por lo tanto, sostiene que formarse en arquitectura sostenible en momentos en que los proyectos tienen que ser sostenibles por indicación de la ONU, "es completar y mejorar la formación, acceder a mejores trabajos, proyectos y, por lo tanto, remuneraciones".
"Hay una demanda creciente de arquitectura sostenible y cada vez habrá más clientes que pidan estos servicios, e incluso los propios países cada vez introducen más regulaciones y normativas en esta dirección, porque quieren que la cantidad de energía que consumen las ciudades se reduzca, porque al final ese gasto de energía impacta en la economía del país", opina Ruiz Lolo.
En la misma línea, Cabrera enfatiza en que el impacto económico es en diferentes niveles, por ejemplo a nivel social: "Si se aplicaran estrategias vinculadas a la bioclimática y a la sostenibilidad en todos los hogares, sin dudas traería un beneficio económico importante y, por lo tanto, también un beneficio social, porque habría que pagar menos por los recursos que utilizamos".
"Si somos conscientes de lo que está pasando en el mundo, es obvio que hay que empezar a formarse y trabajar ya mismo en términos de sostenibilidad", enfatiza Cabrera, porque sería una ventaja en muchos niveles. "Este postgrado –concluye– ofrece a técnicos y profesionales de la arquitectura, ingeniería y construcción una formación de primer nivel", y valiosa para afrontar con mejores herramientas la crisis climática que atravesamos.