Sus historias reflejan ese especial vínculo, y también sus similitudes y diferencias a la hora de transitar la decisiva etapa de formación. Desde la Universidad ORT Uruguay acompañamos ese crecimiento y compartimos estos cuatro relatos.
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Agustina y Micaela Gallo, estudiantes de Ingeniería en Sistemas. 21 años.
Miró detenidamente una hoja y luego la otra. Las respuestas eran muy parecidas. El docente levantó la vista para retar a las dos estudiantes por haber copiado, pero inmediatamente recordó que a la hora de hacer el parcial se habían sentado una en cada punta del salón.
Ubicarse en extremos opuestos en las pruebas es la estrategia que llevan adelante las —prácticamente idénticas— gemelas Agustina y Micaela Gallo desde que comenzaron a estudiar Ingeniería en Sistemas en ORT, en 2016. “Es común que los profesores no sepan distinguirnos. Varias veces pasa que respondemos lo mismo, con expresiones muy parecidas y ellos nos dicen que si no fuera porque nos ven sentadas muy separadas, pensarían que nos copiamos las respuestas”, explica Micaela.
Desde antes de aprender a decir “papá” y “mamá” —según les contaron sus padres—, las hermanas tenían un diálogo superfluido entre ellas. También comparten gustos en casi todo, desde ropa, peinados y perfumes, hasta películas, series y la pasión por las mascotas. “A las dos nos encanta comer de todo, en especial cosas dulces, y por el momento no puedo decir que haya algo que a mí me guste y a Mica no. Creo que si existiera algo, la convencería de que es rico, y viceversa”, dice Agustina.
Esa naturalidad con la que comparten lo que piensan y hacen, también influyó al elegir qué estudiar después del liceo. “Me costó decidir entre economía o ingeniería. Me atrajo más ingeniería por más que la mayoría dijera que era muy complicada. Creo que eso me motivó más”, se ríe Micaela. “Yo tenía la misma duda. Decidimos ignorar eso que decían, y averiguar qué universidad nos ofrecía lo mejor para estudiar ingeniería. Por ahora no me arrepiento de la decisión que tomé. Creo que las noches con pocas horas de sueño han valido la pena”, agrega Agustina.
La salida laboral, el ritmo dinámico y el avance de la tecnología, terminaron inclinando a las hermanas hacia Ingeniería en Sistemas. Y hacer la misma carrera al mismo tiempo y en la misma clase, siempre fue un plus. “Lo que más disfruto es que siempre cuento con una compañera de estudio y amiga que sé que me va a apoyar y a dar lo mejor”, comenta Micaela. Agustina, por su parte, dice que compartir la carrera con su hermana gemela es un gran privilegio.
Hoy son estudiantes avanzadas en la carrera y sobre el futuro laboral responden que les encantaría seguir sus caminos juntas, aunque, claro, todo dependerá de las oportunidades y decisiones de cada una. “Eso sí, si pienso en la idea de emprender, siempre cuento a Micaela conmigo”, concluye Agustina.
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Alejandro y Andrés Salvatore, graduados de la Licenciatura en Gerencia y Administración. 35 años.
Ni Andrés ni Alejandro. Cruzarse con cualquiera de los hermanos Salvatore en los pasillos de la universidad y saludarlos mencionando su nombre era un riesgo para sus compañeros de clase de la Licenciatura en Gerencia y Administración en ORT. Mejor ir a lo seguro: “Los melli”.
“Cuando estábamos en el mismo grupo, al principio llamábamos la atención. Muchas veces nos confundían y se cruzaban los saludos”, recuerda Andrés.
La decisión de haber elegido la misma carrera, según los mellizos, se dio de manera natural. La familia fue la que les dio el ejemplo de lo que era llevar adelante una compañía, por lo que siempre existió un vínculo cercano con el mundo de las empresas y los negocios. “Siempre nos complementamos muy bien. Para nuestros padres no fue una sorpresa que eligiéramos estudiar lo mismo”, explica Alejandro.
Desde niños, ambos se acostumbraron a compartir prácticamente todo: los juegos, los amigos, la educación, y pese a que muchos crecen y desarrollan su carácter por oposición, ellos no reconocen muchas diferencias. “Generalmente mi hermano es más sociable que yo, así como yo soy un poco más responsable. Pero es solo por marcar alguna diferencia. En el fondo tenemos personalidades parecidas”, acota Alejandro.
Toda la vida tuvieron un vínculo excelente, por lo que además de considerarse hermanos, también se piensan como mejores amigos. Eso llevó a que a la hora de estudiar para la facultad, si bien solían hacerlo por separado para las pruebas, todos los obligatorios los hicieron juntos. “En términos futbolísticos, jugábamos de memoria. Conocíamos las fortalezas y debilidades de cada uno y eso facilitaba el trabajo en equipo”, cuenta Andrés.
A nivel laboral, tanto Andrés como Alejandro se sienten muy atraídos por el emprendedurismo y las innovaciones en los modelos de negocios. “Hoy cada uno sigue su camino, pero siempre estamos pensando en tener un emprendimiento propio por fuera de nuestros trabajos. Será la oportunidad de hacer nuevamente más cosas juntos”, indica Alejandro. “Algo que nos quedó de la ORT es el espíritu emprendedor, tanto en nuestro ambiente laboral como por fuera de él”, concluye Andrés.
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Pablo y Verónica Arreche, graduados de Ingeniería en Sistemas. 28 años.
Fue amor a primera vista. Unas pocas líneas de código en el bloc de notas de la computadora que resultaron en un cartel diciendo “¡Hola, mundo!” en el navegador, fueron suficientes para que Verónica Arreche, antes de terminar el liceo, dejara atrás la idea de estudiar medicina.
Tanto su padre como su madre trabajaban en el área de la informática y sus dos hermanos mayores estudiaban ingeniería en ORT, pero lo que terminó de cautivarla fue conocer todo lo que un ingeniero podía hacer cuando asistió a un taller para preuniversitarios en la universidad. Eso, y un factor muy especial: Pablo, su hermano mellizo, estaba decidido a estudiar Ingeniería en Sistemas.
“Al principio no sabía si era lo mío, pero iba muy bien conmigo y el hecho de saber que cursaría con Pablo me dejaba tranquila; me parecía una decisión menos arriesgada”, recuerda hoy Verónica. A pesar de ser inquieta y extrovertida —características opuestas a las de su hermano— se considera menos audaz a la hora de tomar ciertos riesgos. Esa complementariedad es lo que, a su juicio, lo convierte a Pablo en “su mejor mitad”.
La relación entre ambos siempre fue muy estrecha. Ya desde niños uno sobreprotegía al otro, detectaban de forma inmediata el estado de ánimo y hasta decían lo mismo al mismo tiempo. Así y todo, al inicio de la facultad, el vínculo se vio desafiado.
“Al principio nos peleábamos mucho. En los primeros obligatorios era común recriminarle al otro por qué avanzaba tan rápido o por qué hacía determinada cosa de esa forma”, cuenta Pablo. Les costó encontrar la forma de comunicarse, porque cada uno tenía sus materias favoritas y aquellas en las que le iba mejor. “Hacíamos los trabajos juntos y si uno se iba a dormir, cuando se despertaba se encontraba con que el otro había codificado media página y no sabía cómo leerlo. El tema es que luego estaban las defensas…”, acota Verónica.
El paso del tiempo fue clave para que los hermanos pudieran entenderse en el campo de la ingeniería: se dieron cuenta del perfil que tenía cada uno, y vieron que también en la carrera se complementaban. “Él es mucho más técnico, yo soy más de gestión, de argumentación, de los procesos”, indica Verónica. “Más prolija”, clarifica Pablo.
Cuando la “máquina Arreche” estuvo bien aceitada fue imposible separarlos, a pesar de las sugerencias de los docentes. Mientras cursaba la carrera, a Verónica le diagnosticaron cáncer, por lo que por momentos tuvo que poner el estudio de lado. A pesar de haber tenido la posibilidad de seguir avanzando él solo, Pablo optó por esperarla y así fue que hicieron la tesis juntos: un software para dispositivos médicos. “El día que nos recibimos fue el más feliz de mi vida, por lejos. Fue ponerle un broche a la carrera en la que disfruté ese sentido de la incondicionalidad, de saber que no iba a estar sola nunca, porque Pablo siempre iba a estar ahí”, indica Verónica.
Hoy, no obstante, los hermanos iniciaron caminos propios. Verónica es consultora independiente, con un fuerte enfoque en el exterior, y Pablo trabaja en el área de management de una startup. “Pero nos recomendamos y ayudamos en todo lo que podemos”, concluyen.
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Christian y Jades Rezniotopoulos, estudiantes de Ingeniería en Sistemas. 20 años.
Después de siete años viviendo en España, el regreso a Uruguay no fue sencillo para Christian y Jades Rezniotopoulos, que entonces tenían diez años. Sobre todo a nivel de amistades. Eso tal vez lo unió más aún.
Si bien reconocen que uno es más extrovertido y vago que el otro, comparten mucho más de lo que los diferencia. “Tenemos los mismos amigos, a ambos nos gustan más o menos los mismos deportes y los videojuegos. De chicos a veces soñábamos lo mismo”, señala Christian. Y ahora también estudian lo mismo: Ingeniería en Sistemas en ORT.
Desde el liceo Christian tenía claro qué quería estudiar. Jades, en tanto, pensó en volcarse hacia la medicina o la ingeniería química. “Me decidí a último momento y coincidí con la carrera elegida por mi hermano. Ya sabía que él quería estudiar Ingeniería en Sistemas, pero no fue por eso que la elegí”, explica Jades.
Hoy Christian asegura que está disfrutando muchísimo su etapa en la facultad —más que la escuela o el liceo— porque estudia lo que le gusta y también porque puede contar con alguien en su casa que le pueda explicar lo que él no entienda, y viceversa.
A diferencia de otros mellizos y gemelos, Christian y Jades siempre hacen los proyectos de clase por separado. “No siempre queremos estudiar lo mismo, pero aun así nos damos una mano”, comenta Jades. “Estamos acostumbrados a estudiar así desde chicos”, agrega Christian.
En los primeros dos semestres los hermanos Rezniotopoulos estuvieron en distintas clases, algo que les dejó divertidos recuerdos a ambos. “Había una materia en la que teníamos distintos docentes. Competían entre ellos —en broma, obvio— para ver quién tenía al mejor hermano. Claramente gané yo”, sonríe Jades. Christian, por su parte, recuerda a una docente que siempre lo saludaba a pesar de que no estaba en su clase. “Era docente de mi hermano, y cuando al principio me saludaba yo quedaba colgado porque no sabía quién era. Después yo también empecé a saludarla”, señala.
A los gemelos aún les quedan varios semestres para culminar Ingeniería en Sistemas. Christian no piensa demasiado en el futuro. Jades, sin embargo, está más entusiasmado por seguir un camino laboral juntos: “Nos gustaría diseñar en algún momento un videojuego. Lo venimos pensando desde el comienzo de la carrera”, finaliza Jades.