Millán, docente de la Licenciatura en Diseño de Modas, fue el encargado de realizar la escenografía y el vestuario de la ópera en tres actos El corsario.
El equipo del taller de telones del Sodre está compuesto por seis personas, que se refuerza con unas seis personas más para proyectos puntuales.
El diseñador conversó sobre su desempeño en El corsario, el estreno en Hong Kong y la importancia del trabajo en equipo.
¿Cómo fue que te nominaran en los Hong Kong Dance Awards?
Se me dio la posibilidad de rehacer algo, lo que no ocurre siempre. En el diseño, los productos se pueden ajustar en otra serie, pero después de que se larga una producción masiva es difícil hacer ajustes hasta una nueva inversión, ya sea de matriz, de moldería o lo que sea.
Pasa lo mismo en las artes escénicas. Vos diseñás un producto, se hace ese producto porque es un producto cultural, escenografía y la puesta en escena global tiene una vigencia, un uso de “mientras dure”. O sea, si no se quiere renovar puede durar infinito.
Generalmente apostás a que la materialidad de la escenografía y el vestuario rindan unos 10 años, que exista la posibilidad de reponerlo en cartel tres o cuatro veces después de que hiciste la inversión.
¿Cómo fue el proceso de trabajo?
En este caso a la primera puesta que hizo de El corsario, el Ballet Nacional había hecho una puesta con la escenografía alquilado de otro lado y entonces cuando se pensó de vuelta la programación de El corsario, Julio Bocca me invitó a hacer la escenografía, de cero, con toda la libertad del mundo para crear algo sin ningún marco acotado.
Fue una experiencia muy linda desde ese punto de vista. Si bien trabajamos en equipo y consulté muchas cosas con él, que era el director artístico en ese momento, en un momento él me dijo “el sueño es tuyo, tenés la libertad de hacerlo”. Y después tuvo el visto bueno. Ahora, la oportunidad de que ese sueño o ese producto se vuelva a hacer y tener la posibilidad de ajustar o corregir cosas ya fue una experiencia muy buena.
La escenografía es la misma, pero hicimos ajustes. Por ejemplo, en la técnica (soltar más el pincel, oscurecer más). Son ajustes que rinden en el escenario. Hay determinados telones, que se llaman “genéricos” que hicimos un diseño nuevo porque el otro no funcionó.
Tuvimos que hacer ajustes de acuerdo a los materiales, que no encontrábamos. A veces no encontrabas el color, a veces no encontrabas el material. Entonces se hacen variaciones sobre la marcha. Fue una experiencia de encontrar la posibilidad de hacerlo tal cual. Desde el punto de vista del diseño, para mí eso fue fantástico.
Lo otro fue trabajar a una distancia con un producto, con sorpresas y temores. Por suerte la escenografía se hizo acá, fue una buena experiencia porque tenían el entrenamiento, habían tenido otras producciones después de El corsario entonces estuvo muy bien eso.
¿Cómo fue ver tus diseños para otro mercado?
Eso no está en los planes, nunca estuvo en mis planes el poder llegar hacer algo para otro mercado y que salga bien y que fuera apreciado y esté nominado en ambas categorías (escenografía y vestuario).
También están nominados los efectos especiales de video e iluminación, que yo trabajé con un colaborador (Leonardo Scarone). Sé lo que quiero hacer, sé lo que quiero que pase, pero yo no tengo la tecnología para hacerlo. O sea, llamé a un conocido, diseñador también, que trabaja en toda la parte de animación y me hizo eso. En este caso está nominado también a los premios.
Realmente es raro, para mí es raro. No sé. Con el mismo entusiasmo que cualquier otra vez que estuve premiado por primera vez. Yo he trabajado en carnaval y es gratificante que el trabajo te lo valoren, que haya gustado. Lo mismo en teatro.
Una nominación la disfrutás, sobre todo cuando pasa la primera vez. Lo tomás como un sacudón. Son bienvenidos los reconocimientos. Los tomo como algo más, me interesan mucho más los procesos.
Lo agradezco y lo agradece el equipo también porque esto lo ha tomado con mucha alegría toda la gente que participó, si bien la nominación es a mi diseño está involucrada un montón de gente que lo hizo posible. Uno es diseñador, pero el taller es fundamental, el valorar el trabajo del otro, el trabajo en equipo. Sin los talleres no sos nada, es imposible hacer nada. Bienvenido y un aplauso para todo el equipo.
¿Cómo fue el estreno en Hong Kong?
En abril de 2017 embarcaron los telones. Llegué a Hong Kong el 20 octubre porque el estreno era el 3 de noviembre. Fui para supervisar lo final y además ver el estreno en un teatro grande con otro público es interesante.
¿Qué colores y texturas predominan en El corsario?
El primer acto tiene una textura como rosa porque todo transcurre en un bazar de esclavos mercadería, está presente la roca y el color arenisca. El segundo acto transcurre en la cueva del tesoro del pirata. Es una cueva que tiene como si fueran amatistas, con colores violetas y rosas. El tercer acto está inspirado en las palmeras del oasis. Hay un gran palacio de cristal esmeralda. Me interesó trabajar en la escenografía, con [Antoni] Gaudí.
¿Cómo descubriste tu interés por la escenografía?
Mis inicios son a nivel del diseño gráfico. El focalizarme en escenografía se ha ido dando naturalmente. Desde la adolescencia dibujo, diseño y siempre he estado trabajando en esos espacios, he hecho cursos, siempre vinculado a lo mío. No hay ningún cambio extremo en mi vida laboral, nunca trabajé en algo que no tenga nada que ver con el diseño. Hay una continuidad. En eso soy un privilegiado porque he hecho siempre lo que me gusta. Realmente es una suerte.
¿Cómo es la conexión con un público tan distinto?
Es maravilloso poder hablar con el otro a través de la escenografía. Por más de que hablamos idiomas tan distintos, tenemos un lenguaje común que es el escenario. Nos entendemos todo, es muy lindo.