“Los procedimientos que mencionan los docentes para la construcción de la calificación son bastantes subjetivos”, aseguró Andrea Rajchman, egresada del Master en Educación de la Universidad ORT Uruguay.
De acuerdo a lo que expresó durante la defensa de su tesis –titulada “¿Cómo se evalúan los aprendizajes de Matemática en Educación Secundaria según las percepciones de docentes y estudiantes?”– los profesores no toman el mismo criterio para evaluar a sus estudiantes.
Además, detalló que los docentes de matemática definen estándares “básicos o mínimos para la promoción del curso” pero que, en la práctica, tampoco los toman en cuenta.
Para ejemplificar, señaló que, para un docente, resolver ecuaciones puede ser un aspecto básico de la asignatura. Pero si el estudiante no lo logra, de todas maneras quizás igual apruebe el curso.
“Son habilidades mínimas pero tampoco las tienen en cuenta”, sentenció.
Un tema relevante y actual
Rajchman analizó las prácticas de evaluación de los aprendizajes, implementadas por los docentes de Matemática de 3.o de liceo, en centros de distinto nivel socioeconómico de Montevideo.
En particular, estudió la percepción de los estudiantes y los discursos de los docentes. También hizo un análisis de la producción escrita de los estudiantes y las contrastó con diferentes documentos curriculares.
Durante la defensa de su tesis, que se realizó el martes 11 de junio de 2019 en el Instituto de Educación, explicó que le interesó analizar si las prácticas cambian de acuerdo al contexto socioeconómico del liceo.
Dijo que suele hablarse de la diferencia en los desempeños de los estudiantes, de acuerdo al contexto. En general, en todas las asignaturas aunque, en particular, en Matemática. Pero los índices de aprobación de la materia, en 3.o de liceo, suelen ser similares en los diferentes centros educativos: “Los liceos con un menor nivel sociocultural tienen una tasa de aprobación bastante parecida a los liceos de nivel sociocultural alto”. De ahí surgió su interés por estudiar la temática.
Para la investigación, Rajchman optó por realizar un estudio mixto. La muestra estuvo compuesta por 10 liceos públicos de Montevideo, de distinto nivel socioeconómico: tres de contexto alto, cuatro de medio y tres de bajo.
El estudio incluyó el análisis de 190 tareas de evaluación, un cuestionario que fue aplicado a 165 estudiantes y 10 entrevistas semiestructuradas a los docentes.
Matemática = ¿miedo y ansiedad?
¿Cuáles son las ideas o sentimientos que se asocian con la evaluación de Matemática? “El discurso de los estudiantes se caracteriza por situaciones de ansiedad, miedo, nervios y sentimientos negativos como ‘me va a ir mal’ o ‘no voy a poder’”, afirmó Rajchman, quien no encontró diferencias en los distintos contextos: los sentimientos no estaban relacionados con el nivel socioeconómico de los centros educativos.
Al igual que la literatura nacional y regional, su investigación mostró una relación positiva entre el autoconcepto y el desempeño. Aquellos estudiantes que respondieron con conceptos como “me va a ir bien” o “me gusta la asignatura” eran aquellos que tenían una calificación aceptable. Por el contrario, los que tenían un autoconcepto negativo, tenían calificaciones insuficientes.
Pero a Rajchman le llamó la atención la “incongruencia” entre los sentimientos de los docentes y de los estudiantes. Es que los docentes hicieron referencia a la evaluación como “parte del proceso de enseñanza”; dijeron vincularlo en gran medida con las calificaciones y usarlo “para motivar a los estudiantes”.
“Es un llamado de atención a los docentes para ver cuál es el efecto que producen en sus estudiantes cuando tratan de tomar la evaluación como parte del proceso de enseñanza”, indicó y añadió que “es necesario considerar la evaluación de aprendizajes en la agenda del debate didáctico”.
A su juicio, los estudiantes observan y actúan en función de la evaluación. “Lo que hagamos va a guiar lo que ellos estudien o no estudien; aquello que hagan o dejen de hacer”, concluyó.
¿Cómo se construye la calificación?
“¿Qué aspectos tienen en cuenta a la hora de calificar a sus estudiantes?”, le preguntó Rajchman a los docentes. Si bien le hablaron de la importancia de que adquirieran determinadas habilidades, procedimientos o conceptos matemáticos, notó que ponían mucho más énfasis en cuestiones comportamentales, como la actitud, el esfuerzo o la conducta.
“Es más, cuando se les pregunta cuáles son los aspectos que más toman en cuenta, dicen el trabajo en clase pero también que el estudiante se esfuerce, se porte bien, asista a clase, tenga una buena actitud y haga la tarea”, agregó.
A pesar de ello, la ponderación que hacen los docentes cambia según el contexto. Esa era una de las hipótesis de Rajchman. Su investigación mostró que en los liceos de contexto socioeconómico más bajo, el esfuerzo tiene mayor peso y las evaluaciones escritas tienen menor incidencia.
Por otra parte, se les preguntó a los estudiantes: “¿Cuáles son las habilidades o saberes que deben adquirir para tener una buena calificación en Matemática?”. Para ellos, también pesan más los aspectos comportamentales, luego, estudiar y practicar.
En un 90 % de los casos, los estudiantes mencionaron que el esfuerzo es un factor que los docentes toman en cuenta de forma “frecuente” o “muy frecuente” a la hora de emitir una calificación. Le sigue el trabajo en clase y, enseguida, la conducta.
“Llama la atención que, de los tres factores con mayor frecuencia, haya dos que sean comportamentales y uno solo que tenga que ver con el desempeño”, manifestó Rajchman. “Me llama la atención a mí, pero coincide con el discurso de los propios docentes”, aclaró.
Para ella, si la evaluación es la que proporciona información para la calificación y, por lo tanto, para la promoción, sería “deseable que estuvieran más orientadas con los objetivos de los programas”.