El 17 de marzo de 1992, la Embajada de Israel en Argentina fue víctima de un ataque terrorista. El 18 de julio de 1994, sucedió el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). El 27 de enero de 2013 se firmó el Memorándum de entendimiento Argentina-Irán, que según el diputado argentino Waldo Wolff fue el tercer atentado en Argentina, ya que “se firmó un pacto para que el autor del atentado se autoinvestigue”. El cuarto, para Wolff, tuvo lugar el sábado 17 de enero de 2015 con la muerte del fiscal Alberto Nisman.
La presentación de su libro Asesinaron al fiscal Nisman. Yo fui testigo se realizó en el Campus Pocitos de la Universidad ORT Uruguay. El evento tuvo lugar el martes 23 de abril de 2019 y fue organizado por el Departamento de Estudios Internacionales.
Wolff —quien es coautor del libro y desempeñó cargos y funciones como vicepresidente de la Sociedad Hebraica Argentina, presidente de la Federación Argentina de Centros Comunitarios Macabeos, vicepresidente de la Confederación Latinoamericana Macabi y vicepresidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas— expuso junto con Delia Sisro —coautora de la investigación, Lic. en Ciencias de la Comunicación Social y docente de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires (UBA)— y Martín Natalevich —docente de ORT y editor de la sección política del diario El Observador—.
Un retrato de época
Natalevich describió al libro como “una denuncia, una constatación, un retrato de época, un acto de memoria y resiliencia”. El libro, a través de hechos y pruebas, muestra “el suicidio que no fue y el homicidio que sí fue” y “explica cómo el fiscal se puso a contracorriente de los intereses del gobierno”.
“Asesinaron al fiscal Nisman. Yo fui testigo tiene la rara cualidad de ser varios libros en uno. Es el preciso análisis criminalístico y, además, un resumen de uno de los capítulos más oscuros de la historia argentina reciente. Es una investigación con ribetes periodísticos y un texto personal”, indicó Natalevich.
La responsabilidad del gobierno
“¿Por qué los atentados en Argentina no se resuelven rápidamente?”, preguntó Wolff y señaló que si bien hoy es común que haya atentados en el mundo, en la mayoría de los países suele descubrirse quién los realizó en cuestión de poco tiempo.
El diputado enfatizó que, en particular en el caso de Nisman, se trataba de “quien debía ser el hombre más cuidado de Argentina”. Para él, esta falta de ejecutividad está directamente vinculada con la responsabilidad del gobierno.
“El fiscal Nisman hizo una denuncia como corresponde. Un fiscal que hace una denuncia es algo normal en cualquier país con funcionamiento democrático en el mundo. En cualquier país del mundo, uno puede denunciar incluso al presidente de la nación”, señaló.
“Aquellos días nos tocó ver cómo el poder político de aquel entonces comenzaba a asesinar al fiscal Nisman, a la figura del fiscal. Instauraron mentiras, publicaron imágenes de su vida privada en los medios y se entrometieron en su vida familiar”, afirmó Wolff.
El libro de Wolff y Sisro recorre hechos históricos como cuando comenzó la investigación del atentado a la AMIA, en 1994; cuando nombraron a Nisman fiscal de la causa AMIA, en 1997; la muerte del expresidente Néstor Kirchner en 2010 y el respectivo cambio de posición frente a Irán, y, finalmente, el 28 de enero de 2018, cuando encontraron al fiscal muerto en su apartamento.
Ese día, contó Wolff, la expareja de Nisman estaba en Europa. Pidió que la esperaran a que volviera a Argentina para hacer la autopsia. Sin embargo, la autopsia se hizo sin peritos de parte, no permitieron que estuviera presente ningún familiar.
“La voz oficial en una república es la voz de la justicia. Y la justicia argentina —con una acusación de un fiscal, con un fallo de un juez, ratificado por un fallo de cámara— dice que al fiscal Nisman lo mataron. Este libro, más que fijar una posición, ordena posiciones institucionales”, indicó Wolff.
La vocación de contar
Sisro realizó el asesoramiento literario de Asesinaron al fiscal Nisman. Yo fui testigo. En cuanto a la elección del título, señaló que “un asesinato no tiene preámbulos ni metáforas”.
El libro surgió por “la vocación de contar”. La denuncia que el fiscal presentó, al contrario de lo que se dijo, “era consistente”. A partir de la muerte de Nisman, hubo una clara división entre “los que eran cómplices y los que no”.
“Las palabras pueden curar las heridas que tenemos como sociedad”, indicó Sisro y agregó: “Al escribir nos jugamos la vida, nos ensuciamos las manos, pero hicimos algo verdadero”.
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