El Licenciado en Comunicación orientación Audiovisual Fernando Pastorino nunca había viajado a Europa ni a otro destino “de esta magnitud”. “Recién caí cuando llegué al aeropuerto de Madrid”, contó. Consiguió alojamiento en Antibes, un pueblo a 8 kilómetros de Cannes, por lo que todos los días iba y venía en bus.
“Llegar a Cannes fue una proeza; por una confusión casi pierdo el ómnibus desde Barcelona”, relató. “Tenía que hacer una escala en la mitad de la nada, una terminal de buses donde solamente tenía un estacionamiento gigante al lado, lugares donde paraban los buses y más nada, ni un baño ni una cafetería, en la mitad de la ruta en Francia, a las 3 de la mañana, 2 horas con 2 grados. Estaba con un senegalés, le fui sacando charla; cuando se dio cuenta que yo era uruguayo me dijo que se acordaba del 3-3 del Mundial Corea-Japón y lo primero que me preguntó fue cómo estaba Darío Silva”.
En esa primera jornada en Cannes solamente tenía que retirar la acreditación, pero podía usarla a partir del día siguiente. “No tenía mucho para hacer, estaba feo, recorrí un poco y a la noche fui a la proyección de Grease, que la presentaba John Travolta (que lo vi a dos metros); eso fue mismo sobre la playa, estuvo divino”.
En toda la sala era espectacular el sonido, la imagen, una calidad impresionante. Era una película que todos los que estaban ahí se sabían de memoria, los veías bailando, cantando, algo totalmente fuera de lo normal.
Luego de ver Grease, y de ver a Travolta a dos metros, tenía que volver a Antibes. “Había visto los horarios de los ómnibus: dejaban de pasar a las 21 horas más o menos; después tenía uno a las 23, otro a la 1 y el último a las 3. Calculé para llegar al de la 1, pero me di cuenta que era válido de jueves a sábado, y ese día era miércoles. El Uber me quería cobrar como 50 euros, así que me quedé afuera de la terminal —porque cierran todo— haciendo tiempo hasta las 5 de la mañana. Recorrí toda la ciudad de pies a cabeza a las 3 de la mañana, la sensación de seguridad que sentís ahí es brutal. Anduve con un árabe de Mauritania, estuvimos conversando con unos camboyanos que habían entrado ilegal ese mismo día por las montañas de Italia, nos quedamos charlando de fútbol con ellos. Y a las 5:15 nos terminamos metiendo en el tren. Llegué, dormí una hora y volví a Cannes”.
“¡Estamos hablando de técnicas de cine!”
Fernando Pastorino aprovechó la oportunidad de estar en Cannes para entrevistar a directores y actores de películas que allí se presentaban. Y, como dijo antes de viajar, “sentarse 10 minutos con un director y preguntarle por qué prefiere usar tales planos en vez de el típico cassette de cada entrevista de cuándo sale una película nueva”.
Fue tan así que Terry Gilliam se mostró sorprendido y aliviado de escuchar una pregunta sobre técnicas de cine:
Pastorino no solo destaca que IndieWire lo haya citado sino también la reacción de Gilliam ante su pregunta. “Me gustó ver la sorpresa en Terry Gilliam cuando vio que le estaba preguntando algo sobre técnicas de cine. Fue rarísimo”.
“Lo de Terry Gilliam fue como explosivo, salí pensando, ‘me acaba de dar tremendos titulares’, no los va a agarrar nadie pero si puede salir por algún lado seguro que esto revienta”, contó. “Y así fue: entré a ver un artículo sobre él y dije, ‘ah mirá, está con la misma ropa del día de la entrevista’ y era palabra por palabra lo que me había dicho a mí, y era que IndieWire había levantado la entrevista para hacer un artículo donde me nombran”.
Haberme enterado por IndieWire del llamado y que ellos hayan tomado mi video para una nota y me mencionen fue surrealista. Es un medio sobre tele y cine americano que yo sigo pila, es muy importante en el medio (...)
Fue espectacular. Yo fui medio de careta, estaba sentado al lado de gente de Reuters, de BBC, de AFP, estuve charlando con críticos de todas partes, creo que era el único sudamericano y salieron rebuenas entrevistas.
Además, entrevistó al director kazajo Adilkhan Yerzhanov. “Pegué buena onda con el loco, nos quedamos charlando de cine, me dijo cosas reinteresantes sobre cine, me explicó que, para él, el guion es solamente una secuencia de actos que tiene que mostrar pero no lo que guía la película, que él arranca cada escena sabiendo dónde empieza y dónde termina, pero que se toma libertades para hacer arte en lo que esté en el medio”, contó. “Me dio para adelante, me dijo que filmó su primera película con la cámara que yo estaba usando en la entrevista. Me felicitó, me dijo que le parecieron interesantes las preguntas y después le pidió a su agente de prensa que quedara en contacto conmigo, para que le pasara el corto que había filmado”.
Contó también que Jonathan Pryce le preguntó de dónde era y le dijo “que había estado en Colonia y que había comido bien, que se acordaba de Uruguay”. “Me encantó conocer a Adam Driver porque es un actor que admiro, aunque me trató medio seco”, agregó.
Entre las proyecciones y la ciudad
En el programa Three Days at Cannes tenían dos días de una selección de las películas oficiales en competición.
Vio Todos lo saben, protagonizada por Javier Bardem, Penélope Cruz y Ricardo Darín, y dirigida por Asghar Farhadi, “que el año pasado ganó el Oscar a Mejor Película Extranjera pero no pudo viajar a Estados Unidos porque el día anterior Donald Trump había anunciado la prohibición a los países árabes”. “Es de las que más me gustó: es un thriller bien hitchcockiano”, resumió.
También vio la película ucraniana Donbass. “La verdad, no entendí nada, porque en esa sala las películas solamente tenían subtítulos en francés”. Vio la japonesa Sato: “Linda, simpática, pero nada del otro mundo”.
Cuando volvió a Antibes, recorrió la parte de la ciudad vieja; “es hermosa, Antibes me terminó gustando más que Cannes”.
“Terminé en un bar/museo de absenta, que es una bebida que me gusta bastante y que acá en Uruguay está prohibida, según tengo entendido, porque tiene un contenido alcohólico impresionante; es una bebida que consumía mucho Van Gogh”, contó. “En la carta había un asterisco que indicaba que no servían más de tres tragos por persona”.
Cuando se fue a acostar, mirando Instagram Stories, se enteró que Sting estaba tocando al aire libre a cuatro o cinco kilómetros. “Pero yo estaba muerto, había dormido una hora, había caminado un disparate”.
Otra película que le había llamado la atención fue El ángel, dirigida por un argentino, Luis Ortega. “Estaba buena, tenía cosas bien del estilo Scorsese, pero no me pareció nada extravagante; tengo sentimientos encontrados con la película, es buena, destacable, y aparte me encantó que en la banda sonora había temas de Pappo. Escuchar a Pappo en Cannes con esa calidad de sonido fue increíble”.
El último día del Festival vio Yomeddine, “una road movie egipcia que podía ver exclusivamente ahí y en ningún otro lugar en mi vida”. Comentó que fue bastante divertida aunque se trataba de “una road movie tradicional que pasa siempre por los mismos puntos que pasan siempre las road movies…”. También vio Under the Silver Lake, de Robert Michel, quien dirigió It follows, “una película de terror que le fue recontra bien en el 2014; para mí es The big lebowski de nuestra generación, una película súper bizarra que toma la estructura de un neo-noir pero haciéndola de una forma súper absurda”.