Rocío Amorín de Hegedüs integró la segunda generación de la Licenciatura en Biotecnología de la Universidad ORT Uruguay. Cuando comenzó la carrera, aún no había graduados y todo era nuevo.
En 2016, poco tiempo después de graduarse, ingresó a la Unidad de Bioinformática del Institut Pasteur de Montevideo para realizar una pasantía. Fue entonces que su jefa le comentó sobre un docente que estaba buscando estudiantes para cursar una maestría en University of Florida (Estados Unidos): “En ese momento, yo estaba buscando alternativas para irme a estudiar al exterior, así que me reuní con el profesor y todo cuadró”, recuerda Amorín.
Pasó poco tiempo hasta que la entonces recién graduada emprendió viaje a Estados Unidos con el fin de continuar su formación y su carrera profesional.
Hoy, cuatro años después, Amorín sigue formando parte de University of Florida. Allí continúa su actividad de investigación y cursa un Doctorado en Genética y Genómica.
“Me gustaría aportar para que las mujeres, o cualquier integrante de cualquier minoría, puedan tener su lugar en la ciencia”.
-
Encontrar el hogar lejos de casa
Arribar a un país nuevo siempre significa un shock. Sin embargo, para Amorín el proceso fue paulatino y amigable: “No fue de golpe, sino que, a medida que me fui adaptando a un lugar y un sistema educativo nuevo, se fueron expandiendo mis experiencias y vivencias, lo que hizo que el proceso fuera muy llevadero”, explica.
De todas formas sí reconoce que los desafíos más importantes estuvieron en el plano personal: estar lejos de su familia y de sus amigos, y crear un nuevo mundo en el que habitar. Es verdad que fueron los retos que más le costaron, pero no dejaron de ser procesos enriquecedores que le permitieron crecer mucho.
¿Qué pasó en el plano profesional? Amorín se sintió segura y sobre esto habla seguido con amigos y conocidos que tienen ganas de salir al mundo. “En Uruguay tenemos una muy buena formación que nos permite explorar el exterior con confianza”, asegura.
Para la Licenciada en Biotecnología, los uruguayos tenemos una formación completa, pero no superespecializada, y esto, si bien a veces puede ser una traba, también se puede convertir en una ventaja. Además, el hecho de haber trabajado durante la carrera es un plus que tienen muchos uruguayos y que no es común entre los estadounidenses o europeos, según opina.
-
Un aporte que perdura en el tiempo
Cuando Amorín comenzó a estudiar la Licenciatura en Biotecnología en ORT, todavía no había graduados de la carrera. Como parte de la segunda generación de la licenciatura, ella cuenta que junto a sus compañeros y docentes fueron impulsores de muchas áreas y prácticas. “Tengo un muy lindo recuerdo de mi tiempo en ORT”, resume.
Durante su tiempo como estudiante en la universidad, Amorín conoció la bioinformática, rama científica a la que se dedicó luego de manera profesional y con la que continúa vinculada actualmente. “Si no hubiera hecho mi carrera en ORT, no sé si la hubiese conocido”, dice.
En su día a día como científica, ella utiliza muchos conocimientos adquiridos durante la Licenciatura en Biotecnología de ORT. De estos, la programación es el que más aplica. En este sentido, reflexiona: “Nosotros aprendimos programación en Python. Si no tuviera esa base, hoy, muchas cosas me costarían muchísimo”.
-
El rol de la mujer en la ciencia
El papel de la mujer en la ciencia es un tema trascendental para Amorín y tiene una postura clara y contundente al respecto: “La mujer siempre jugó un rol relevante en la ciencia. Lo que pasa es que no siempre se le dio el crédito correspondiente y eso lo que está empezando a cambiar muy de a poco”, dice.
A pesar de que el camino para las mujeres en la ciencia continúa siendo arduo, la Licenciada en Biotecnología considera que poco a poco se van notando mejoras. “Siento que estamos transitando un tiempo bisagra y, si bien no se ha alcanzado una equidad completa en el mundo de la ciencia, paulatinamente estamos caminando hacia ella”, opina.
Por otra parte, la graduada de ORT también considera que si bien las mujeres siempre tuvieron ganas de acercarse a la ciencia, recién ahora este mundo comienza a abrirles las puertas: “Cuando éramos chicas, nos impulsaban a tenerle miedo a materias como Matemática o Física. Siento que eso hoy ya no pasa y que hay cada vez menos desaliento”, explica.
El espacio geográfico, el área científica e incluso la institución de la que se forme parte también son factores determinantes para las mujeres que eligen dedicarse a la ciencia, según Amorín. En relación a esto, comenta: “En Uruguay hay muchas mujeres trabajando en la ciencia. De hecho, en mi clase –durante la carrera en ORT– la mayoría éramos mujeres y también había muchas mujeres en el Institut Pasteur de Montevideo. Creo que estamos más avanzados que en otros países del mundo”.
-
Un futuro con más oportunidades para todos
Planificar no es una de sus características. Amorín prefiere estar abierta a las oportunidades: “Hace cuatro años estaba disfrutando de hacer una pasantía en el Institut Pasteur de Montevideo, y hoy estoy trabajando de lo que siempre soñé e investigando en el área que más me gusta. Nunca me lo hubiera imaginado”, dice.
Sin embargo, algo tiene claro sobre su futuro: la huella que le gustaría dejar a través de su trabajo no tiene que ver con un gran logro científico, sino con colaborar para que la ciencia sea un espacio más equitativo. “Me gustaría aportar para que las mujeres, o cualquier integrante de cualquier minoría, puedan tener su lugar en la ciencia”, cuenta.
Además, sueña con un mundo científico más descentralizado. En este sentido, aclara que le gustaría que las voces escuchadas no fueran únicamente de quienes trabajan en Estados Unidos o Europa, sino que todos, sin importar su origen, pudieran acceder a comunicar lo que hacen y a ser escuchados de igual forma.