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Señores decanos, autoridades nacionales y de instituciones amigas, autoridades y académicos de nuestra universidad, señores Amigos de ORT, queridos graduados y sus familias, nos alegra recibirlos en este día tan especial.
La educación es siempre un emprendimiento conjunto entre educadores y alumnos. Los alumnos deben aportar su deseo de aprender, su esfuerzo y su determinación. Ustedes han cumplido con su parte, pueden estar orgullosos. Esperamos nosotros también haber cumplido. Esperamos haber sabido apoyarlos y orientarlos cuando lo necesitaban. Esperamos haberlos desafiado continuamente. Esperamos haberlos estimulado a superarse y a brindar lo mejor de ustedes mismos.
Queridas familias: gracias por apoyar a sus hijos y nietos en su aventura de prepararse para el futuro. Compartimos su orgullo por el esfuerzo realizado y el objetivo hoy alcanzado por sus hijos y sus nietos.
En el próximo año ORT cumplirá 75 años formando uruguayos. Desde nuestra fundación en 1942, nos impulsa una misión que continúa incambiada y que es expandir las oportunidades educativas de los uruguayos. Seguimos buscando aportar al desarrollo educativo de nuestro país a través de nuevas carreras, nuevas tecnologías, nuevos métodos de enseñanza.
Como saben, ORT es una institución judía abierta para todos. Muchos opinan que las obras de científicos o artistas como Freud, Einstein o Bob Dylan, son las mayores contribuciones del judaísmo a la humanidad. Pero en mi opinión, la contribución más importante del judaísmo fue la sacralización de la educación.
El judaísmo introdujo hace 27 siglos los principios revolucionarios, para aquel momento, de la educación universal, el mandato de enseñar y la exigencia de aprender. Como dijo el filósofo George Steiner: “Ser judío significa querer siempre seguir siendo un alumno”.
Queridos graduados, en la graduación culmina un ciclo y empieza otro. A partir de su graduación comienza su búsqueda del futuro. Mientras estudian su plan de vida es bastante claro: aprender y graduarse. A partir de ahora el futuro tiene muchas rutas posibles, no todas compatibles entre sí: conocer el mundo, independizarse, casarse, buscar un trabajo, crear una empresa, quizás hacer un postgrado, escribir un libro. Algunos de ustedes la tienen clara, otros menos. Algunos están ansiosos de comenzar la próxima etapa, otros sienten incertidumbre, otros un día están seguros y otro día dubitativos. Es normal. Después de 16 años estudiando y siguiendo caminos ya marcados por otros, requiere adaptación, buscar su propio camino. Busquen su camino, el camino no los va a buscar a ustedes.
No existen mapas para recorrer el futuro, su brújula tendrá que ser su conciencia, su voz interior. En este mundo en constante cambio todos necesitamos un marco de referencia moral que nos ayude a enfrentar nuestros temores, a controlar nuestras tentaciones, a pensar en las consecuencias de nuestros actos. Los valores serán su ancla de estabilidad en este mundo turbulento.
Cuídense de las utopías, porque lo humano no es perfecto y lo perfecto no es humano. Utopía es una palabra griega que significa “ningún lugar” y representa por definición la búsqueda de lo que no se puede encontrar. Algunos ven romanticismo en esas búsquedas fútiles, pero la historia ha mostrado que las búsquedas de humanos perfectos pueden ser letales para los humanos reales. Las acciones morales deben ser realizables y realizadas. Si no son realizables son promesas vacías, y si no son realizadas son promesas incumplidas.
Busquen propósitos en sus vidas que las hagan plenas y significativas. No activen instintivamente el GPS con un trayecto que otro dejó para ustedes o que ustedes piensan que otro dejó para ustedes. Asegúrense de ser realmente los autores de sus ambiciones. Nuestros padres no quieren clones de ellos mismos, quieren ver cómo sus hijos florecen cada uno a su manera. Nuestros padres no quieren vernos llegar adonde ellos llegaron, por más lejos que hayan llegado. La recompensa de nuestros padres está en que sus hijos lleguen a la cima de sus propias aspiraciones.
Elijan siempre desafíos grandes que los obliguen a crecer. No le tengan miedo a sus sueños, en los sueños descubrimos nuestras posibilidades. No teman a sus ambiciones y al éxito. No condenen el éxito de los demás. Una sociedad sin destacados no puede progresar.
Sepan que la vida en sociedad no debe ser de suma cero. No todo lo que uno gana lo tiene que perder otro. La vida social se intoxica cuando cada interlocutor se vuelve un adversario, cuando cada adversario se vuelve un enemigo, cuando cada discusión sólo puede terminar en el subyugamiento de uno de los dos. Una sociedad democrática y moderna no es de suma cero. Las personas pueden progresar sin que otros pierdan. Las discusiones pueden terminar con todos enriqueciéndose con el conocimiento común.
Dialoguen siempre para entender y para proponer, no para imponer. No se puede hablar si no se sabe escuchar. Miren a su alrededor. Eviten vivir en cámaras de eco en la cual solo se leen y se escuchan las opiniones de los que piensan como uno. Eviten los círculos cerrados en donde no ingresan ideas nuevas, donde los prejuicios se autoconfirman, donde las opiniones se calcifican, donde el cambio es imposible.
Sean exigentes con ustedes mismos porque es un prerrequisito para poder exigir a los demás. No se paralicen ante los desafíos, no dejen de crear porque en el momento no creen que lo que están haciendo es lo mejor posible. Como dijo Leonard Cohen, que fue uno de los grandes músicos del siglo XX: “Para poder descartar los versos que no me gustan, primero los tengo que escribir”.
Siempre estén dispuestos a cambiar, su capacidad de adaptación será más importante que su erudición o su brillantez. No busquen siempre hacer lo perfecto, porque no sabemos de dónde viene. Cuando le preguntaron a Leonard Cohen por sus mejores canciones dijo: “No sé de dónde salen, es un milagro. Si supiera de dónde salen, iría allí todo el tiempo”.
Queridos graduados: les espera un nuevo mundo, distinto al de sus padres. Un mundo en donde la riqueza surge del conocimiento y la creatividad. Este nuevo mundo les ofrecerá grandes oportunidades, pero al mismo tiempo tendrán que correr una carrera continua entre educación y tecnología. La obsolescencia del conocimiento será tan rápida que tendrán que aprender continuamente y aprender a aprender continuamente. Es posible que en el futuro en lugar de estar estudiando el 100% del tiempo durante el 20% de nuestras vidas, tengamos que estudiar el 20% del tiempo durante el 100% de nuestras vidas.
En esta nueva era del conocimiento, la educación, especialmente la educación superior, es la nueva alfabetización, la llave para el progreso personal, la llave para el ejercicio de la ciudadanía. La educación superior no será condición suficiente pero será condición necesaria para la integración económica y social de los ciudadanos. En esta nueva era, el contrario de la educación no es la ignorancia. El contrario de la educación es la exclusión, la exclusión laboral y en el largo plazo la exclusión social.
En la era del conocimiento para alcanzar el desarrollo ya no hace falta ser un país enorme, ni estar ubicado cerca de los grandes mercados, ni tener grandes riquezas abajo del suelo. Hoy podemos alcanzar una audiencia global para los productos de nuestra creatividad independientemente de la geografía.
La era del conocimiento es una era de inherente desigualdad porque la riqueza se crea a partir de capacidades individuales como la inteligencia, creatividad o iniciativa y los humanos somos todos diferentes. No es posible asegurar que cada uno va a tener u obtener lo mismo en esta era de desigualdad, pero tenemos que apuntar a que todos tengamos oportunidades en esta nueva era.
Cuando existen grandes grupos de personas que sufren los costos de la era del conocimiento y se sienten excluidas de las oportunidades se resquebraja el contrato social. Cuando se resquebraja el contrato social aparecen los oportunistas que ofrecen soluciones mágicas a las angustias existenciales que tenemos los ciudadanos en esta nueva era. ¿En qué vamos a trabajar? ¿Cómo surgirá la riqueza? ¿Cómo voy a evitar quedarme atrás? ¿Cómo voy a lograr aprender continuamente lo nuevo? ¿Cómo voy a estar siempre adelante en la carrera entre educación y tecnología?
Cuando los liderazgos responsables no tienen un diálogo serio con las sociedades sobre estas preocupaciones existenciales, es cuando aparecen los pseudo líderes que traen estas soluciones mágicas. Aparecen los Marine Le Pen, los Chávez, los Pablo Iglesias. Ofrecen construir muros en las fronteras, desentierran personajes históricos, azuzan divisiones de clase, de religión, de nacionalidad, inventan enemigos externos y conspiraciones internas. Pero por supuesto nada de esto resuelve los reales problemas. Los muros en las fronteras no resuelven en qué voy a trabajar si los robots ocupan mi trabajo. Expulsar inmigrantes no me va a enseñar inglés, sofocar el periodismo independiente no me ayuda a ser más creativo.
Los liderazgos responsables tienen que llenar este vacío, tienen que ser francos con la sociedad. Tienen que hacer lo que haga falta para que cada uno sienta que tiene una oportunidad real en esta nueva sociedad del conocimiento. El inmovilismo no es una estrategia efectiva para modernizar el país.
En la era del conocimiento equiparar oportunidades significa equiparar el acceso al aprendizaje de alta calidad. En nuestro país tenemos una inmensa tarea pendiente para equiparar oportunidades de aprender. Tenemos un discurso inclusivo pero un sistema educativo exclusivo y excluyente. La gran mayoría de los uruguayos no termina la educación superior, especialmente entre los más pobres de los uruguayos, es una ínfima minoría.
Ésta es la verdadera deuda social que tiene nuestra sociedad y es una deuda que nos incumbe a todos y que nos impide alcanzar el desarrollo y la prosperidad a la que aspiramos. Esta deuda social no es un problema técnico. En un país con la tradición democrática y cultural del nuestro no debemos aceptar la exclusión de la gran mayoría de los uruguayos de la educación superior. No debemos aceptar que la veneración por antiguas tradiciones o por poderosas corporaciones nos impida transformar el sistema educativo en el mecanismo de equiparación de oportunidades que supo ser y que debe ser. Brindar educación avanzada y de alta calidad a todos los uruguayos no es un problema técnico, es un deber moral y así debemos exigir a quien corresponda que lo cumpla.
Queridos graduados. Gracias de vuelta por estar acá con sus familias. Gracias por todo lo que nos enseñaron. Uruguay los necesita. Triunfen desde Uruguay y hagan triunfar a su país. Busquen su propio camino, pero sepan que ORT siempre será su casa.
Muchas gracias.